La vuelta al cole más incierta
Unos 300.000 alumnos vuelven a clase en la provincia a la espera de ver cómo funciona el protocolo sanitario activado por la Generalitat
El pasado 16 de marzo, aulas, patios, gimnasios y bibliotecas quedaron de golpe vacíos ante el estallido de la pandemia. Entonces, pocas comunidades educativas podían imaginar que ese silencio histórico se iba a prolongar durante medio año.
Al fin, las voces regresan a los 683 colegios e institutos de la provincia hoy lunes, primer día de un retorno a clase que para muchos centros será escalonado. Empieza el curso más incierto de la historia reciente, con muchas dudas sobre cómo se aplicarán los protocolos sanitarios en caso de contagio y muchas cargas de responsabilidad a espaldas de docentes y familias. Pero aun así el curso arranca porque era difícil entender que bares y restaurantes llevaran ya tanto tiempo abiertos y los recintos escolares permanecieran clausurados, como dijo esta misma semana el president Ximo Puig, quien alertó de que lo contrario iba a fraguar «una generación perdida».
En la provincia serán 288.823 escolares los que volverán a sentarse ante el pupitre, 1.843 más que el año pasado. Para ninguno de ellos nada volverá a ser como en marzo. Este será el ejercicio académico de los termómetros –se distribuirán 50.000 en toda la Comunidad, uno por aula–, las mascarillas obligatorias a partir de los 6 años, los constantes lavados de mano o la formación de los grupos burbuja, que ha obligado a muchos menores a separarse de compañeros con los que estudiaban codo con codo desde hace años. El objetivo, reducir al máximo los contactos para evitar contagios.
Con el mismo anhelo se reducen los ratios a menos de veinte alumnos en Primaria por grupo, si bien va a haber algunas clases que superarán ese tope, tal y como admitió el conseller de Educación, Vicent Marzà. Para ello se han desdoblado aulas y contratado a 1.670 nuevos docentes para toda la provincia. Además, habrá alumnado de ESO y bachillerato que irá a los institutos en días alternos, pese a la apuesta por la enseñanza presencial.
Todo el gabinete de Puig en pleno ha invertido mucho tiempo en los últimos días para asegurar que las instalaciones educativas serán lugares seguros y ha ido implementando medidas para que así sea. Algunas muy recientes y de cierta controversia, como la decisión de Salud Pública de formar a un profesor por centro para que distinga los síntomas del coronavirus, una medida censurada por la oposición. Los sindicatos han insistido en que sean los enfermeros los que realicen tareas sanitarias.
Evitar los contagios a toda costa
Todo ello para evitar lo que más temen las familias: que los colegios sean lugares donde pueda propagarse el virus, máxime después de algunos sucesos alarmantes como el confinamiento del equipo directivo de un instituto de Alicante en pleno por un positivo antes incluso de iniciarse el curso. Ahora bien, las propias familias también habrán de formar parte de este engranaje contra el Covid y por ejemplo deberán tomar la temperatura a sus hijos antes de que partan a clase.
En este sentido, se ha elaborado una guía sanitaria que establece cómo actuar si se produce un positivo: las familias recibirán una carta de su centro de salud cada vez que se confirme un caso o un brote y los delegados de Covid harán una relación de todos los contactos de los alumnados infectados.
Esa guía cambiará en función de la evolución de la pandemia. Marzà asegura que estas buenas intenciones no serán papel mojado: esta semana también anunció que tanto la detección de un posible contagio en las aulas como las consiguientes PCR o pruebas diagnósticas para determinar el estado de los contactos estrechos serán «inmediatas».