Las antefiestas
Aunque todavía queden unos días para nuestras fiestas mayores, el comentario al uso cuando uno no sabe qué decir, como pasa en los ascensores, ya no es la meteorología, sino el típico estamos en fiestas. Si bien no todo el mundo participa en las fiestas de moros y cristianos, la mayoría participa en las antefiestas aunque sea por obligación, habiendo algunos que incluso pillan las vacaciones carica fiestas para poder prepararse mejor.
Las antefiestas tienen una duración indeterminada que depende de cada persona y que dura incluso más que las propias fiestas. Se consideran antefiestas las presentaciones de madrinas, las juntas generales, las juntas particulares, que suelen ser la excusa perfecta, también están las presentaciones de carteles, libros, revistas y demás, así como los conciertos, como el de los pasodobles, el pasacalles y la romería, sin olvidarnos, claro, de la noche de los cabos y las entraicas. También encontramos festeros, sobre todo niños, que ensayan los desfiles como en una representación teatral del colegio. Estos días son los únicos en los que se puede ver pasear a un niño con un hacha sin que nadie se escandalice, o a un hombre volver a su casa con un arcabuz al hombro sin que levante ninguna sospecha.
Si hacemos todo esto antes de las fiestas, ¿qué haremos en ellas? Pues algunos, largarse aborrecidos. Porque este par de meses todo huele, sabe y está relacionado con ellas, música de fiestas en la radio, anuncios de venta de trajes o accesorios, entrevistas y monográficos en los medios de comunicación y por si fuera poco en pleno verano, con sus bodas, juergas veraniegas y vacaciones de por medio.
Las luces y los arcos iluminan ya las calles más privilegiadas, y aunque ya no se ven adornando las calles banderas o flecos, o por lo menos no en tantas calles como antes, todo el mundo engalana sus fachadas, limpia la casa a fondo y repara cualquier desperfecto antes de fiestas. Una teoría indica que se debe a la existencia de una ordenanza municipal que exime de pedir permiso de obra y del pago de impuestos si se realiza la reforma de una fachada en el mes de agosto, pero yo creo que un afán de preparación se esconde detrás de esta costumbre, una necesidad por tenerlo todo listo para no tener que mover un dedo de más en fiestas. Sabido es la poca cantidad de gente que trabaja en fiestas, la mayoría de ellos al servicio de éstas, habiendo algunos que prefieren no tener vacaciones a trabajar en fiestas. Lo de los exámenes es cosa aparte, y es que nunca se sabe si es peor tener un examen el día cinco o el día diez. Sea como sea, lo mejor es olvidarse de las fiestas, ya que si no, la probabilidad de aprobar disminuye considerablemente.
Modistas, bordadoras, tintorerías y demás trabajan a destajo para tenerlo todo a punto. Es el momento de gastar las últimas fotos que quedaban en el carrete y poner uno nuevo, eso o vaciar la cámara digital de las fotos estivales. Sólo queda por terminar de colocar las tribunas y las vallas que, aunque sea por unos días, convierten en peatonales las principales calles la ciudad. En estos días se refuerza la presencia policial, concretamente este año se ha montado un dispositivo especial para disminuir el robo de macetas de alhábega que, como viene siendo habitual, aumenta en estas fechas. Estas semanas previas son semanas de colas, colas para recoger el distintivo de la comparsa, colas para reservar las sillas de fiestas y sobre todo colas para cenar en cualquier sitio, y es que en estos días la gente lo que tiene son ganas de fiestas. No importa que se haga tarde aun teniendo que trabajar al día siguiente porque, total, ahora mismo estamos en fiestas.