Abandonad toda esperanza

Las bellas cautivas

Abandonad toda esperanza, salmo 506º
El 26 de abril de 2008, Josef Fritzl, un electricista de 74 años de edad, fue detenido por la Policía austriaca como sospechoso de haber cometido abuso sexual y secuestro. Dos días después, confesaba a los agentes de la ley que había mantenido encerrada en un sótano a su hija Elizabeth desde 1984, cuando ella cumplía los dieciocho; el cautiverio había durado por tanto casi un cuarto de siglo, durante el cual el progenitor continuó sometiendo a su hija a unos abusos sexuales incestuosos que empezaron cuando ella era una niña de apenas once años, lo que dio lugar a seis embarazos sucesivos, uno de ellos de gemelos.

El Caso Fritzl es sin lugar a dudas uno de los relatos más atroces de la crónica de sucesos de lo que llevamos de siglo, y no es de extrañar que haya inspirado algunas de las obras de ficción más turbadoras de los últimos tiempos. Entre ellas, al menos, un par de novelas que han corrido una suerte editorial bien distinta: la de más éxito ha sido sin duda La Habitación, novela de Emma Donoghue libremente inspirada en este caso real, que ya fue un best seller en su momento pero cuya fama se ha incrementado a partir de la adaptación cinematográfica que le ha valido a una sobresaliente Brie Larson el Oscar a la Mejor Actriz Principal en la última edición de los premios de la Academia, además de sendas nominaciones como Mejor Película y Mejor Director, esta última para Lenny Abrahamson, que tras la curiosísima Frank se confirma como un realizador a seguir con atención.

El film en cuestión, que relata el cautiverio de una joven madre y su hijo y su regreso al mundo real tras la fuga del segundo, no carece de interés, pero resulta un tanto manipulador respecto de las emociones del espectador. Así pues, y sobre todo si consideran que mediante las licencias artísticas que se toma se ha suavizado la realidad en la que se basa y prefieren un relato más veraz, harían bien en recuperar la novela Elisabeth, el debut literario de Paolo Sortino, joven escritor romano que sigue la estela del malogrado Gordon Burn y su Felices como asesinos (según otro terrorífico suceso real: la casas de los horrores del matrimonio West en Gloucester) al hacer del horror más absoluto los cimientos sobre los que edificar un relato que no renuncia a la belleza literaria. El libro, por cierto, lo editó hace cuatro años Anagrama en su imprescindible colección Panorama de Narrativas, la misma en la que ya publicara tiempo atrás la obra de Burn, por más que esta fuese un libro de no ficción y el libro de Sortino una novela basada en hechos reales.

Pero volvamos a la otra gran película sobre un cautiverio que tuvo su oportunidad en los últimos Oscar: Mustang, debut en la dirección de largometrajes de la cineasta francoturca Deniz Gamze Ergüven, es sin duda uno de los más gratos descubrimientos de la cinematografía internacional de los últimos tiempos. Aplaudida en todos y cada uno de los festivales por los que ha pasado y premiada en muchos de ellos (incluyendo la Seminci vallisoletana, donde obtuvo la friolera de seis galardones), la cinta contó además con nueve candidaturas y cuatro premios en los César franceses, se llevó el Goya a la Mejor Película Europea y fue candidata al Oscar a Mejor Película de Habla No Inglesa... que habría ganado en cualquier otra edición que no contase con un caballo ganador como la húngara El hijo de Saúl. El film, aunque de nacionalidad francesa, está ambientado en la Turquía natal de la realizadora, y lo protagonizan cinco hermanas huérfanas y educadas por su abuela y sus tíos mediante una disciplina férrea que responde a una sociedad patriarcal donde todo lo relacionado con el sexo femenino se demoniza y castiga con dureza. La progresiva reclusión a la que son sometidas las protagonistas -encarnadas por cinco primerizas actrices espléndidas todas, aunque es difícil resistirse a destacar la fuerza y la contagiosa vitalidad de Günes Sensoy, la más pequeña- ha provocado que la cinta haya sido comparada en repetidas ocasiones con otro celebrado debut de una joven directora: Las vírgenes suicidas, película que dirigió Sofia Coppola a partir de la novela de Jeffrey Eugenides. Créanme cuando les digo que esta Mustang es muy superior al film de la hija del responsable de El Padrino, en cuanto que sustituye el esteticismo un tanto vacuo, de revista de moda, de aquella por una puesta en escena aparentemente sencilla, donde la cámara es invisible sin renunciar por ello, milagrosamente, a un lirismo sobresaliente. Presten si no atención a la escena inicial en la playa, que aglutina en una única secuencia y sin necesidad de subrayados gratuitos más sensualidad que todas las películas y fotografías del británico David Hamilton juntas; o a las elegantísimas elipsis que nos ofrece su autora, sin duda inolvidable la del momento más trágico del relato (y que no desvelaré aquí), si bien prefiero quedarme con el momento, verdaderamente brillante, del partido de fútbol, donde el juego queda fuera de campo (nunca mejor dicho) y la cámara se recrea en las gradas donde cinco adolescentes, felices y vibrantes, disfrutan de una pizca de un alimento tan común como el oxígeno pero que a ellas se les antoja todo un manjar por lo poco que lo han probado hasta el momento: la libertad.

Termino esta colección de vírgenes o no tan vírgenes enclaustradas con una novela gráfica soberbia y que, lógicamente, no merece pasar desapercibida: La Favorita es la historia de Constance, una niña de diez años que, al igual que las hermanas de Mustang, perdió a sus padres demasiado pronto para después pasar a (mal)vivir a cargo de otros parientes, en este caso un abuelo pusilánime y una abuela autoritaria en exceso, en una vieja mansión gótica rodeada por un jardín cuyos muros le está prohibido franquear. Con estos mimbres, Matthias Lehmann nos ofrece un relato de iniciación sobre la identidad sexual y el peso del pasado que alterna lo cómico y lo dramático con una naturalidad pasmosa, y que, por momentos, se nos antoja más un cuento de miedo que un drama realista (que también lo es). Otra semejanza esta, dicho sea de paso, con Mustang, película que imagino podrá pasar por un film neorrealista a lo Rossellini en la Turquía contemporánea pero que aquí más bien parece una película de terror surgida de alguna mente calenturienta. Menos mal.

La Habitación y Mustang se proyectan en cines de toda España; Elisabeth y La Favorita están editados por Anagrama y La Cúpula respectivamente.

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