Las Charraícas del… ¿Paseo? (Homenaje a Alfredo Rojas)
Y yo que pensaba que el acontecimiento planetario que predijo, cual pitonisa de todo a 100, la Leire Pajín, iba a ser otra cosa. Yo pensaba que los astros se iban a alinear, y cuando subiese la marea, con viento de poniente y sol de mediodía, algo especial iba a pasar...
No sé qué cene aquel 22 de enero, si fue la gachamiga, las pelotas de relleno o el arcabucero de la cepa al paladar, pero no pude dejar de soñar en toda la noche. Y soñaba y soñaba, y no dejaba de soñar. Y en el sueño el frasco con la lengua del ilustre Joaquín María López me perseguía y no me dejaba de hablar. Me preguntaba por su busto, me gritaba que lo buscara sin parar. Que le gustaba mirar el Paseo desde La Imprenta, y que si aquello no cambiaba, él se iba a largar. Y el fantasma de José María Soler, rebuscando entre ruinas, se quejaba cascarrabias, se llevaba manos a la cabeza y decía sin parar, ¿Villena un tesoro?... a este paso no sé donde vamos a ir a parar. Entre esto y la basura, me llevo el tesoro al Marq.
Mi cara iba cambiando, y pensaba, esto no puede ser verdad. Entonces a lo lejos empecé otra vez a oír gritar: ¿Qué será de las charraícas ahora? ¿Donde las harán?, me decía un masero, y yo pensaba, ¿en enero a desfilar?... Hasta la La Bruja de Chapí cuchicheaba y con su nariz afilada me miraba y parecía que iba a empezar a andar. Se quejaba y se quejaba, y decía que por qué no le avisaron que la iban a trasladar. Que le gustaba más el parterre y ver a las parejitas escondidas por aquí y por allá. Y se quejaba y se quejaba, y decía sin cesar, como se entere Chapí que le habéis hecho esto a su paseo, la Revoltosa va a liar.
Ya no sabía si seguía soñando, pero creo que ya tenía ganas de despertar En ese momento, la pesadilla fue a mas, y entonces aparecía ante mí un gigantesco cartel del Plan E (más caro que la obra del paseo, no iba a ser por falta de publicidad), encima era luminoso y Leire Pejín puño en alto, cantando la internacional En ese momento me desperté. Eran las 3 de la mañana, envuelto en sudor, y aun sorprendido por lo que acaba de soñar me levanté corriendo de la cama, me asomé a la ventana para ver si todo había sido o no verdad Pero como en todas las pesadillas, al final se hace de día, sale el sol y todo vuelve a su lugar. Los fantasmas de la noche los cambiamos por la fría brisa de la mañana y la cruda realidad
Cuando me asomé a la ventana, desde casa de mis padres, el Paseo estaba como siempre había estado. Allí estaban las palmeras, los bancos de cemento donde jugábamos al balón y a las chapas, las farolas, el bar Avenida y el bar Flor, llenos de mesas, llenos de gente. El parterre, el estanque. Hasta aún funcionaba el cine Chapí, y el Avenida hasta que se hizo la Pachá. Estaba lleno de niños jugando, jugaban a pillar, saltando de color a color. Y el guardia del paseo sonreía, y miraba de aquí a allá, vigilando de reojo
Y Alfredo Rojas, y sus amigos, sentados en una mesa, debatiendo sin parar, hablaban de Villena, hablaban de cambiar, cambiar no a cualquier precio, iban pensando en cambiar, pensando en por dónde podían empezar