Las cosas que no se ven venir
Abandonad toda esperanza, salmo 120º
Lo de No es país para viejos no me lo esperaba. Supongo recordarán que ya les recomendé la novela de Cormac McCarthy, espléndida radiografía de la codicia y otras inmundicias del ser humano plasmada con el característico estilo de su autor, tan áspero que al lector le parece estar mascando tierra. Pues ahora llega a la gran pantalla una adaptación que por una vez no desmerece en nada al original literario, y que desde ya huele a clásico por los cuatro costados.
Los responsables de esta obra maestra son Joel y Ethan Coen, una pareja tan bien avenida que parece mentira que sean hermanos. Con No es país para viejos reinciden en el género negro que tan buenos resultados les ha dado hasta ahora; pero prescindiendo de las filigranas visuales de Muerte entre las flores o la osadía que de continuo impregnaba los fotogramas de El hombre que nunca estuvo allí, los realizadores optan por volver a contar las cosas, simple y llanamente, como suceden... Algo que ya hicieron en su debut, Sangre fácil, y que recuperaron en la celebrada Fargo. Es este film protagonizado por una sheriff embarazada la película de las suyas a la que más se parece su último trabajo, si bien la historia que interpretan Tommy Lee Jones y un excepcional Josh Brolin (no lo duden, la revelación del año) va mucho más allá: aquí los Coen renuncian por completo a todo subrayado formal y se limitan a retratar un violento mundo en decadencia donde algunas cosas se nos van de las manos y otras ni siquiera las vemos venir.
Lo que sí se ve venir es que este es el momento de Javier Bardem, que por su interpretación del impredecible asesino Anton Chigurh ha recibido todos los galardones posibles y parte como favorito para conseguir el Oscar al mejor secundario. No olvidemos que no es su primera candidatura: su recreación del escritor cubano Reinaldo Arenas, homosexual y disidente del régimen castrista, en Antes que anochezca ya le valió una nominación como actor protagonista.
Precisamente el realizador de esta cinta, Julian Schnabel, competirá también en esta edición como mejor director por su último trabajo: La escafandra y la mariposa. Gracias a este film Schnabel, más conocido como pintor que como cineasta, ha conseguido dejar fuera al realizador de Expiación, título que parte como claro favorito de la noche.
En esta ocasión Schnabel reincide en el género biográfico patente en sus anteriores cintas, Basquiat y la citada Antes que anochezca, relatando la conmovedora odisea de Jean-Dominique Bauby, editor de la revista Elle que en 1995, sin razón aparente, sufrió un infarto cerebral que lo convirtió en paciente del síndrome del cautiverio, dejándolo postrado en una silla de ruedas con parálisis casi total. Bauby narró su dramática experiencia en un libro que tuvo que dictar mediante un trabajoso proceso del que estuvo a punto de desistir en varias ocasiones.
Apenas unos días después de que la obra llegase a las librerías, Bauby fallecía en el hospital a la temprana edad de 44 años. Como a Anton Chigurh, nadie se lo vio venir.
No es país para viejos y La escafandra y la mariposa se proyectan en cines de toda España.