Las costumbres de Don Mariano
Como está poco revuelto el patio de la discriminación racial y los enfrentamientos xenófobos, ahora llega él, Don Mariano Rajoy, y no se lo ocurre otra cosa que elegir Alcalá de Henares, población que cuenta con un 20% de inmigrantes así como también con una numerosa y activa población de skinheads (grupos ultraderechistas de ideología nazi y fascista) para saltar la línea que hasta ahora ha mantenido sobre la inmigración y, delante de un público entregado a sus eufóricas palabras, afirmar abiertamente que la inmigración es un problema a resolver y volver a la carga sobre la propuesta de regularización e integración que pretende llevar a cabo, si llega a presidente, en abierta muestra de lo sucia y vil que puede llegar a ser la política cuando de recaudar papeletas se refiere, porque es capaz de plantar peligrosas semilla en un terreno ya abonado de antemano y regarlas con inexistentes ejemplos de costumbres como la ablación o la poligamia, a sabiendas de que son conductas prohibidas por nuestras leyes, omitiendo que son éstas últimas las que marcan los límites, las que deben ser respetadas por todos y todas, y nada tienen que ver las tradiciones con ellas.
Pero volviendo al Popular invento, así a bote pronto, veo inconexas algunas cuestiones que si bien pueden parecer un poco insustanciales no dejan de tener su aquel, porque claro, imagino que esta nueva forma de discriminación tendrá que ser transferida a las distintas comunidades autónomas que conforman nuestro país para que cada una de ellas elabore el cuestionario basándose en las cientos de costumbres que las identifican por separado, ¿no?, pues la disparidad es tal entre vascos y alicantinos, o castellanos y catalanes, que difícilmente se podrá elaborar un cuestionario único que identifique costumbrismos y tradiciones española comunes para todos, afortunadamente. Y digo afortunadamente porque de la diversidad y de la variedad emanan el enriquecimiento cultural, gastronómico, moral, ideológico y tolerante, siendo a su vez perfecta marmita que contiene el respeto por el prójimo y la exigencia del mismo hacia nosotros.
Otra duda que este carné de costumbres y la ambigüedad de su exposición me deja, es qué tipo de inmigrantes serían los llamados a aprender tales preceptos, porque no creo que las colonias inglesas, holandesas o alemanas que viven en nuestro país desde hace años, sin que aprender español haya sido su primera prioridad, y que han creado sus guetos en Ibiza, Marbella o Mallorca, agrupamientos que dice pretender evitar el líder del PP con esta propuesta, sean sus objetivos. Mas bien, creo entender que esta promesa electoral va dirigida contra los que menos traen al llegar, contra los que solamente esperan trabajar duro para poder vivir dignamente, aquellos que tan solo atesoran el orgullo de su precedencia y sus orígenes, lugares que, por supuesto, no hablan la lengua vernácula de Churchill, y que envían inmigrantes de segunda.
Yo digo sí a proporcionar herramientas legales a nuestras fuerzas de seguridad que les permitan la inmediata deportación de aquellos que lleguen a nuestras tierras con diferentes intenciones que la esperanza de conseguir un honrado futuro para él y los suyos; pero pretender adoctrinar forzadamente al ser humano en las formas populares de su nueva tierra es verdaderamente un atentado contra la riqueza humana y otra forma de sumisión, pues imponer nuestras costumbres y tradiciones, que no nuestras leyes, es un grave ejercicio de superioridad, al afianzar lo nuestro como lo mejor, cuando en España no hay un plural que consiga identificarnos a todos por igual, y posiblemente, si Don Mariano convence, el hecho mismo de generalizar tradiciones suponga una acción discriminatoria de nosotros contra nosotros.