Calle Mayor

Las Eméritas

Ellas eran profesoras de tiza y pizarra, de multicopista…

Las encontré por casualidad una mañana en la churrería de L’ Empedrá. Era un nutrido grupo de maestras jubiladas, que habían ejercido buena parte de su carrera en los colegios Príncipe D. Juan Manuel y La Celada. Casi todas me conocían y a medida que nos fuimos saludando me di cuenta de que yo también había coincidido con la mayor parte, aunque el paso de los años, treinta años justos desde que pisé aquellos centros educativos, hacen mella en la memoria.

Me dio muchísima alegría reencontrarlas, y más cuando me aclararon que repiten el ritual cada semana, quedando a desayunar y a merendar. Eso hace pueblo. Y estrecha lazos. Fortalece. De todas las habituales, con Pepita Aznar Romero es con la que he mantenido una relación más fluida. Claro que, ¿en qué reivindicación o en qué movida no estará metida?

El nombre asignado al grupo me pareció magnífico: Las Eméritas. Di que sí. Que lo de las jubiladas o las maestras queda como muy prosaico. Cómo cambian los tiempos. Ellas eran profesoras de tiza y pizarra, de multicopista, de tener que acudir al único teléfono fijo del centro cuando había que hacer uso del mismo excepcionalmente. Los listados se escribían en la Olivetti. Los estadillos se hacían a mano. Porque Internet era una entelequia.

Todas ellas educaron a centenares de villeneros y villeneras antes de que diesen el salto a los institutos Hermanos Amorós o Navarro Santafé, cuando ambos centros estaban aislados del casco urbano y el de Las Fuentes todavía no existía. Era otra Villena, porque era otro mundo. Que en cierto modo añoramos. Aunque sin acritud. Cuánta sabiduría acumularán estas ‘eméritas’. Cuantísimas anécdotas. Habré de acercarme al corrillo algún día, para seguir recordando toda esa letra pequeña de nuestras vidas. Tan esencial.


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