Cartas al Director

Las flechas de Cupido

Me apetece mucho escribir de algo que no sea de política o crisis económica, de la cual estamos más que saturados y que lo único que nos ha traído, son disgustos y desasosiegos. Por eso voy a escribir en este artículo sobre la festividad de San Valentín. El catorce de febrero de cada anualidad la iglesia católica celebra el día de San Valentín, el Santo del amor, de la comprensión, de la complicidad y del consenso.
Valentín, nació en el siglo III, fue un hombre que practicaba la doctrina de Jesús y sus enseñanzas predicando su mensaje. Unía a parejas que se amaban en tiempos del Emperador Romano Claudio II.

Los cristianos eran proscritos del Estado. Este hombre no tenia miedo a dar la cara por su fe, por ello, fue arrestado, torturado y asesinado por orden del tirano emperador romano, convirtiéndose en un mártir de la cristiandad.

Esta festividad es un recordatorio a las personas que comparten el sentimiento del amor, de la entrega, del sacrificio, de dar todo sin pedir nada a cambio, del altruismo de las cosas hechas con el corazón, del anarquismo de romper con los moldes sociales de los intereses y la envidia.

Es una jornada de sentimientos encontrados, entre los seres humanos. Personas que han elegido el mismo camino para compartir sus vidas, con alegrías y penas, triunfos y fracasos. Eso no importa, lo básico es estar unidos, comulgando con la llama encendida del amor y la comprensión mutua.

Este es el fondo de esta celebración, aunque el marketing consumista de nuestro tiempo sacara beneficio de esta jornada. Todos los comercios, grandes o pequeños, aprovechan este día para vender todo tipo de artículos. Sobre todo las floristerías hacen su particular Agosto, siendo esta jornada y la de Todos los Santos donde más se vende.

San Valentín tendría que estar presente entre los amantes todos los días del año. De este modo, posiblemente desaparecería de una vez por todas, la violencia de género y la guerra entre sexos, que es el cáncer que atenaza a la sociedad de nuestros días.

Cupido tiene mucho trabajo por hacer, sus flechas encantadas van perdiendo influencia entre los humanos, tendrá que emplearse a fondo para cambiar la mentalidad actual y que vuelva a renacer el romanticismo, esa palabra en desuso, que tanto ayudo a nuestros antepasados para enamorar y cortejar a sus parejas.

San Valentín es el Santo del amor, es un día propicio para que las personas regalen a sus parejas una flor, una cena romántica y si no se puede, con un beso o un abrazo de complicidad todo resuelto. Lo importante es olvidarnos por un día de la maldita crisis económica que nos está minando la moral de una forma traumática.

Recuerdo, que sobre los años ochenta una emisora local emitía un programa especial este día que se titulaba: “Los novios de San Valentín”. Era un concurso en el que los agraciados, una pareja de novios, iban a ser obsequiados y agasajados durante todo el día por distintos establecimientos de la ciudad. Con comida y cena incluida en restaurantes de renombre, con regalos de todo tipo en floristerías y establecimientos varios y reportaje fotográfico incluido. Lógicamente con un seguimiento exhaustivo por parte de la emisora de las actividades que realizaban durante todo el día, terminando la velada en la discoteca de moda, con una copa de cava y obviamente, con la entrevista personal en la radio que patrocinaba el concurso.

Como pueden ustedes comprender, los jóvenes agraciados con este premio, pasaban un día de San Valentín que no olvidarán nunca. Que me lo digan a mi esposa y a un servidor, que fuimos unos de estos novios de San Valentín en el año 1978, si no recuerdo mal.

Esta jornada, es una celebración espiritual y lúdica que provoca que aflore en las personas lo mejor de sí mismos, sus más profundos sentimientos de afecto y complicidad. Por lo tanto estimados lectores, tenemos que provocar que San Valentín sea todos los días del año y que el amor entre las personas sea el estandarte que nos guie. Y seguro, que de vivir con esta seña de identidad, la sociedad recobraría en parte esa ilusión perdida por los avatares de los tiempos que nos está tocando vivir.

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