«Las gotas caían abajo» (Concurso de Relatos Breves San Valentín 2013)
Las gotas caían abajo y repicaban en el suelo de la ducha, me había dejado encendido el grifo mientras se calentaba el agua y yo preparaba la ropa. Apenas acababa de trabajar y me disponía a hacer un rato de relax y quitarme el sudor de encima.
El vapor me ciega y el chorro de agua me salpicaba la cara dándome vida y levantandome, me había hecho turno de noche y el sueño empezaba a invadirme. De repente me encontré más sorprendente que nunca me había pasado, había alguien en mi ducha en el intervalo de tiempo en que me lavaba la cara.
En el primer momento fue todo un sobresalto, toda la vergüenza me recorría el cuerpo, y en unos segundos disparé preguntas. ¿De dónde has salido? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has llegado?.
Mientras ella me hacía que se callara con el dedo y haciéndome un shhhh entre dientes, después me dijo que me tranquilizara, que era la única ducha disponible y que la teníamos que compartir. Yo me quedé un poco ensimismado y consentí diciendo de acuerdo, está claro que en aquel momento no podía articular palabra que fuera demasiado larga.
Me puse de espaldas a ella como pude intentando evadir mirarla y que ella me observara, la ducha no daba mucho de sí porque era de esas de plato. Las gotas caían abajo, intentaba coger el jabón sin tocarla a ella, yo trataba de esquivarla mientras enjabono con la esponja.
Las gotas caían abajo, ella iba haciendo con el espacio que yo le dejaba y cada vez que nos frotábamos nuestros hombros yo la miraba y ella me sonreía.
Las gotas caían abajo, llegó el momento de quitarse el jabón de la cabeza, e hice el gesto atrás con la cabeza para dejar caer el agua. De repente perdí el equilibrio, supongo que era de esperar que algo así me pasara, ella me frenó y no dejó que cayera, me recogió en brazos y me levantó diciéndome "que me había ido de un pelo". Una vez dicho esto sus ojos dejaron su mirada fija en mis ojos, aquel roce a roce de ojos me agobia y su indiferencia me incomodaba, ¿qué se esperaba?
Las gotas caían abajo, le dije gracias incorporándome, quedé frente a frente con ella, ahora ya no se tocaban las espaldas, ahora se tocaban otras partes de nuestro cuerpo. Recorrí la mirada de abajo a arriba y me volví a quedar anclado mirándole los ojos, ella abrió la boca de nuevo y me dijo "cierra los ojos. Me cogió la cara con una mano y con el otro me sacó toda la espuma que quedaba en mi frente, incluso haciéndome cosquillas y haciéndome temblar.
Las gotas caían abajo, pregunté si podía abrir los ojos y ella me respondió que sí, al abrirlos, las puntas de la nariz de ella y mi ya se tocaban. Las gotas caían abajo, podía sentir como respiraba por debajo de mi nariz, podía oler el olor de su jabón. Sentía como sus labios y los míos ya podían llegar a tocarse, pero que aún no lo hacían esperando que alguien los dos se lanzara, las gotas caían abajo.
Me puse serio y dije "de acuerdo", hice llegar mis manos a su cuello y luego haciendo un pequeño giro con la cabeza la bese. Las gotas caían abajo, ella me respondió e hizo lo mismo, entre beso y beso me dijo "has tardado". Las gotas caían abajo, mis manos empezaron a recorrer sus brazos, cintura y espalda rodeándola con un buen abrazo. Las gotas caían abajo, ella en cada movimiento me seguía, parecíamos realmente homólogos repitiendo los mismos movimientos como si de una danza se tratara.
Las gotas caían abajo, la danza subió de tono, las manos comenzaron a dibujar los pechos, a rodearlos y acariciarlos como si los dedos hubieren transformado en pinceles. Las gotas caían abajo, el recorrido siguió vientre abajo rodeando el ombligo, haciéndole cosquillas y haciéndola reír, mientras soltaba aquellas sonrisas. Seguía el camino de su cadera que se alejaba tras la espalda, y apretarla bien dentro de mis brazos acercando nuestros sexos y juntando los dos cuerpos en uno solo.
Las gotas caían abajo, las manos no se podían parar, en cada movimiento había más pasión, en este gran dibujo femenino que se estaba creando. Las gotas caían abajo, y en una mirada el tiempo se detuvo, nos dejamos llevar por la melodía muda que sonaba, por el sonido de nuestro respirar. Compartíamos, el olor de los cuerpos nos rodeaba y nos perfumaba, éramos dos personas que sudaban.
Las gotas caían abajo, nos dejaron llevar por el vaivén de las olas mar adentro, mar en fuera, mar adentro, mar en fuera... hasta que quedamos agotados.