Las maravillas del mundo de los clásicos
Abandonad toda esperanza, salmo 881º
Ya saben que dos de las tradiciones más asentadas para cada Año Nuevo es marcarse una serie de propósitos e incumplir cuántos más de esos propósitos, mejor. El año pasado hice lo propio con mi intención de profundizar en el cine mudo al empezar con un par de filmes de Chaplin y Keaton para luego ver muy pocos títulos más. Pero como los que vuelven a apuntarse al gimnasio para no regresar jamás o aquellos que dejan de fumar durante apenas un par de semanas, vuelvo a insistir e inauguro el cine del 2025 con el visionado de La carreta fantasma, elección de lo más apropiado por aquello de que la acción del film arranca en Nochevieja. Estamos ante uno de los títulos más importantes del cine silente, dirigido y protagonizado por el sueco Victor Sjöström; quien ha sido considerado como uno de los más grandes cineastas europeos de principios del siglo pasado y el maestro de su paisano Ingmar Bergman (que años después lo dirigió en la emblemática Fresas salvajes).
Basada en la novela homónima de Selma Lagerlöf, la primera mujer en ganar el premio Nobel de Literatura concedido por la Academia de sus compatriotas, la película es una de las cumbres del cine fantástico de todos los tiempos: una suerte de cóctel de melodrama, cuento moral e historia de terror protagonizado por un individuo alcohólico y pendenciero que maltrata a su mujer y a sus hijos y al que una hermana del Ejército de Salvación trata de reconducir por el buen camino. La cinta, estrenada en 1921 (el mismo glorioso año de Las dos huérfanas de Griffith, El chico de Chaplin y Las tres luces de Fritz Lang), sigue funcionando más de un siglo después de su concepción; y hace gala de unos efectos especiales hoy rudimentarios pero verdaderamente revolucionarios en su día, así como de una todavía sorprendente estructura con flashbacks dentro de flashbacks a modo de muñecas rusas. Si se les presenta la ocasión de verla y carecen de prejuicios ante las películas anteriores a la invención del cine sonoro, no se la pierdan.
Y ya que hablamos de clásicos, en cuanto a lecturas acudimos a un verdadero incunable: nada menos que el Libro de las maravillas del mundo, el relato que el mercader veneciano Marco Polo supuestamente le dictó a su compañero de celda, el amanuense Rustichello de Pisa, entre 1298 y 1299. Qué decir de este relato que ha dejado una huella profunda en toda la literatura de viajes que vino después, y que se articula en cuatro libros: el primero describe las tierras de Oriente Medio y Asia Central que su protagonista atravesó al dirigirse hacia China; el segundo se centra en sus peripecias en la corte de Kublai Kan; en el tercero se describen varias regiones costeras de Oriente -como Japón, India o Sri Lanka- y la costa oriental de África; finalmente, el cuarto trata de las guerras que mantuvieron entre sí los mongoles y describe algunas regiones del norte, como Rusia. Sí es de justicia señalar la excelencia de la reciente edición a cargo de Martín Evelson, con una disposición del texto a dos columnas y en una nueva traducción de Mauro Armiño; y que cuenta con el espectacular arte de Vincenzo del Vecchio: nada menos que cincuenta acuarelas y más de un centenar de dibujos con plumilla en los que destacan dos colores, el rojo y el azul. En resumidas cuentas: una verdadera delicia para cualquier bibliófilo.
Y en lo que respecta a cómics, también hemos empezado el año con la lectura de uno de los clásicos más incontestables del medio: Krazy Kat, la tira de prensa de George Herriman que la editorial La Cúpula se ha propuesto recuperar con la calidad que una obra de tal calibre merece, y cuyo primer volumen -que recoge las tiras dominicales que vieron la luz nada menos que en 1916 y 1917- fue galardonado con el segundo premio a los libros generales y de divulgación mejor editados que concede el Ministerio de Cultura de España. Para los profanos, aclarar que estamos ante un ejemplo diáfano de cómo en las artes narrativas lo que se cuenta y el cómo se cuenta se pueden llegar a fundir indisociablemente. La excusa argumental de la que es sin duda una de las primeras cumbres de la historia del cómic es muy sencilla: Krazy es un gato de sexo indefinido que está perdidamente enamorado de Ignatz, un ratón que responde al interés romántico de aquel lanzándole ladrillos a la cabeza continuamente; el tercer vértice del peculiar triángulo amoroso que protagoniza las distintas historias es Pupp, un perro policía enamorado a su vez de Krazy, al que protege metiendo entre rejas al susodicho roedor una y otra vez. A partir de la particular relación que se establece entre estos tres animales dotados de la capacidad del habla y otras criaturas con roles secundarios, Herriman desarrolla una explosión de poesía visual donde el espacio se convierte en un personaje más y cuyo resultado final solo es posible y alcanza su razón de ser dentro de los márgenes expresivos del noveno arte; una propuesta, en definitiva, que ha legado al cómic algunas de sus más indiscutibles obras maestras de una sola página. Les recomiendo pues que le den una oportunidad a este Krazy Kat, mientras quedamos a la espera de la publicación del anhelado segundo volumen... Lo que ojalá sea una de las alegrías que nos depare la cultura de este recién estrenado 2025.
PS.- Cuando la presente columna ya estaba entregada, me han informado de la que podría ser la primera presentación editorial a tener en cuenta en este nuevo año; y no quiero dejar pasar la ocasión de avisarles ya que hoy hablamos de cultura para el 2025 y, además, de clásicos... Porque Dibujar la guerra es el breve pero enjundioso ensayo que el editor y divulgador René Parra (Bluff. La muerte de un dibujante) ha dedicado a la ilustración de temática bélica realizada in situ por artistas combatientes en la Primera Guerra Mundial. Unos años en los que, precisamente, en Estados Unidos Herriman estaba publicando sus primeras entregas de Krazy Kat. Quedan pues invitados a la presentación: y toda la información pertinente a propósito del acto en cuestión la tienen disponible en la imagen que acompaña a este párrafo.
La carreta fantasma está disponible en Filmin y Acontra +; El libro de las maravillas del mundo (Los viajes de Marco Polo), Krazy Kat. Páginas dominicales (1916-1917) y Dibujar la guerra. Arte en las trincheras (1914-1918) están editados por Nórdica, La Cúpula y El Nadir respectivamente.