Una definición enciclopédica de ruido podría ser: todo sonido no deseado o con una intensidad tan alta que molesta. En esta definición actúan dos valores que afectan al sonido y que lo convierten en ruido, uno es el deseo y es subjetivo, por lo tanto dependerá de la persona que lo escucha.
Por ejemplo, quién no ha estado escuchando música en un bareto, o actualmente llamado pub, pues bien, para los que se encuentran dentro del bar lo que suena es música, pero, para los que están durmiendo cerca de dicho bar, lo que suena es ruido. El otro valor a tener en cuenta es la intensidad, por ejemplo, el sonido de violín, un sonido dulce y adormecedor, imagínense ahora un centenar de violinistas en el tejado de su casa, la intensidad del sonido se multiplica y, por supuesto, molesta, por lo tanto se convierte en ruido, eso sin hablar de la que se puede montar si, del peso, se hunde el tejado.
Con estos dos valores, uno objetivo y que se puede medir científicamente y otro subjetivo y que dependerá de la persona que lo interprete, se han generado una serie de supuestos que relacionan el ruido con nuestra vida cotidiana. Tenemos el ejemplo de las motos. Sonado es el malestar que generan estos tubos de escape, o tubarros, y la cosa se agrava cuando encima se trata de un chaval; teniendo en cuenta la premisa de que cuanto mayor es la edad del conductor, menor es la velocidad a la que conduce, deducimos que le gusta correr. Para hacernos una idea del malestar que se llega a generar hay que recurrir a la tesis que dice que cuanto mayor es la edad del que escucha mayor es la queja ante una molestia. Y si encima de que es joven, y por lo tanto va con todo el puño dado, lleva paquete, es decir, no va solo, y para colmo van cuesta arriba y la calle es estrecha, el malestar que produce a las personas mayores que caminan tranquilamente por la calle es enorme, dejando en ridículo el máximo permitido por la ley.
Otra de las hipótesis existentes sobre el ruido pone de manifiesto la relación existente entre el ruido y el olor, y sostiene que cuanto mayor es el ruido de una ventosidad o, lo que es lo mismo, un pedo, menor es el olor que produce. Una de las teorías más modernas y más sorprendentes acerca del sonido es la relación existente entre las elecciones municipales y el ruido, porque por extraño que parezca existe una vinculación entre el ruido y la política, y que, basándose en la afirmación científica de que a mayor número de obras mayor es el ruido y teniendo en cuenta que cuando llegan las elecciones se multiplica el número de obras, se deduce que cuanto más cerca están las elecciones mayor es el ruido; en este caso se podría usar aquello de mucho ruido y pocas nueces. Estudiando esta teoría se desechó el cambio de la duración de las legislaturas de cuatro a dos años, unos defendían que si las elecciones se celebraran cada dos años se verían multiplicadas las acciones políticas, pero finalmente fue denegada porque la cantidad de ruido generado también sería el doble y porque con aguantar la campaña electoral cada cuatro años ya es bastante.
Existe una relación directa entre la intensidad del sonido y la distancia que hay entre el emisor del sonido y el receptor, esto implica que un sonido a larga distancia puede que no se considere ruido pero a una distancia muy corta de él sí, pregunten sino a los vecinos de las iglesias con campanario.
Una cosa a tener en cuenta para la definición académica del término debería ser también la utilización de la palabra ruido en vez de sonido, como uso generalizado, cuando se desconoce su procedencia, en detrimento de la palabra sonido, siendo cierto que cuando uno oye algo extraño, o lejano, lo interpreta como un ruido, asociándose el ruido siempre a un valor peyorativo o incluso de peligro. No todos los sonidos son ruidos, dependerá de varios factores, una cosa es segura, en la mayoría de los casos dependerá del nivel o volumen de intensidad, y el ruido molesta, también acuérdense de una cosa, las cosas siempre se pueden decir más altas, pero no por eso van a sonar más claras.
