Lecciones de estética
Abandonad toda esperanza, salmo 392º
Ir a ver El consejero y Heli una tras otra se convierte no ya en una lección de cine, que también, sino en toda una lección de estética y si me apuran hasta de moral. La más popular es la primera: no en vano la dirige un maestro como Ridley Scott, que cuenta en su haber con un buen puñado de películas excelentes y alguna que otra obra maestra; y la protagoniza un elenco encabezado por el muy de moda Michael Fassbender y donde no faltan Cameron Diaz, Brad Pitt o la pareja formada por Penélope Cruz y Javier Bardem (aunque ni siquiera compartan una sola escena). Por si esto fuera poco, el proyecto viene avalado por ser el primer guion escrito ex profeso por el eterno candidato al Nobel Cormac McCarthy, del que algunas novelas han sido adaptadas por realizadores como Stephen Frears o los hermanos Coen. ¿Dónde radica pues el problema de este relato sobre varios implicados en el tráfico de droga en la frontera entre Estados Unidos y México como para que esté recibiendo los varapalos de la crítica y el desprecio del público? En dos factores que, al menos para mí y muy al contrario, la convierten en una película grandiosa: por un lado, el libreto se niega a facilitar al espectador toda la información bien mascada y confía en que este se encargará de rellenar los huecos para darle sentido al relato; por otro, sus diálogos se apartan de la naturalidad que hoy se busca en el cine y nos retrotrae a otros tiempos, cuando el séptimo arte no pretendía ser una fotocopia de la realidad, sino una exploración acerca de esta mediante personajes que funcionan como iconos y metáforas al servicio del discurso del autor; un poco a la manera del teatro clásico, del que el cine es desde sus mismos orígenes descendiente directo tanto como de los espectáculos de feria. Así, los diálogos y los personajes de El consejero están más cerca de los dramas de William Shakespeare que de las novelas de Jim Thompson, aunque el argumento de la cinta nos recuerde más a las novelas policíacas de este último. No es de extrañar, dicho esto, que en un país donde se editan tan pocos guiones el de McCarthy sea una excepción y ya esté disponible por parte de la editorial que ha publicado el resto de su obra.
Nada más lejos del poderoso estilo visual de Scott y la pluma rimbombante de McCarthy que la apuesta del realizador de cine mexicano (pero nacido en Barcelona) Amat Escalante, aunque en Heli también nos cuente un relato fronterizo cuyo motor es el tráfico de cocaína y la corrupción policial. En este su tercer largometraje, el director nos ofrece un retrato sin concesiones de la vida de los más humildes en un territorio donde resulta casi imposible mantenerse al margen, y donde el protagonista cuyo nombre da título a la película se ve embarcado en una pesadilla fruto de las malas decisiones de los demás y no de las suyas propias (al contrario de lo que le ocurre al abogado encarnado por Fassbender, cuyo no nombre también da título al film). Heli pasó por Cannes, provocó cierto escándalo por las escenas de tortura a la que someten a los protagonistas, y consiguió para el joven realizador el premio a la mejor dirección por encima de Polanski, Jarmusch, Soderbergh, Sorrentino o Kore-eda; casi nada. La suya es una cinta que no será del gusto de todos los paladares, y bien es cierto que su estética de la violencia y del silencio deja en mantillas al oropel hollywoodiense del film de Scott. Ahora bien: yo soy de los que echan de menos en la sala oscura diálogos como los de El consejero -la conversación telefónica entre Fassbender y Rubén Blades, cita de Machado incluida, no tiene precio-, y por eso la incluiré en mi repaso al mejor cine del 2013 dentro de quince días... algo que no sé si sucederá con Heli. Por algo será.
El consejero y Heli se proyectan en cines de toda España; El consejero está editado por Mondadori.