Opinión

Lista de desesperación

El Sistema Nacional de Salud es el encargado de ofrecer un conjunto de servicios a los ciudadanos incluyendo actividades preventivas, diagnósticas, terapéuticas, rehabilitadotas y de promoción y mantenimiento de la salud, o lo que es lo mismo, velar por nuestra salud y la de los demás. Esto en la práctica viene a ser así con unos pequeños problemas, la cobertura de afecciones y, lo más importante, el tiempo de espera. Una demora excesiva en las consultas especializadas y para las pruebas diagnósticas pueden tener consecuencias “dramáticas”, puede causar al paciente, que por eso espera, si no sería impaciente, una sensación de inseguridad y temor sobre el estado de su salud que puede ocasionar que cualquier prueba o diagnóstico pierda su validez y deba ser repetida o que la propia enfermedad se agrave por no haberla atendido antes. Eso sin contar las pérdidas ocasionadas por alargar el tiempo de baja laboral de un paciente por no poder atenderlo antes.
En el 2004 el Ministerio de Sanidad y Consumo se comprometió a poner en común con las comunidades autónomas una serie de normas para disminuir las listas de espera en los servicios sanitarios. En aquella fecha se anunció que una persona no debería esperar más de siete días para una prueba diagnóstica básica, diez días para la primera consulta con el especialista y cuarenta y cinco días para una intervención quirúrgica programada. Actualmente esos tiempos siguen siendo una utopía. El tiempo de espera varía según las comunidades autónomas, ya que estas son las encargadas de su administración. En algunos casos la visita al ginecólogo supera los cuatro meses, siendo incluso superior en otras especialidades. Si tardan tanto en darte cita para el diagnosticarte el embarazo puede que cuando vayas tengas que ir pidiendo cita para el pediatra, o si para ir al alergólogo tienes que esperar mucho, hasta siete meses, puede que cuando te den cita ya haya pasado la primavera y ya no haya alergia que diagnosticar. En muchos de los casos los hospitales hacen trampa a la hora de sacar números: no incluyen al paciente en la lista de espera hasta que no están seguros de poder dar una cita, teniendo el médico que dar largas en sucesivas visitas hasta que por fin comunican al enfermo el día en que le van a operar. A partir de ese momento es cuando la persona entra en la lista de espera, el tiempo anterior no cuenta. Otra manera de actuación para que las listas de espera, por lo menos para la opinión pública, no sean tan eternas, es contabilizar el tiempo de espera a partir de que el paciente tenga hechas las pruebas de anestesia, que es poco antes de operarte, dejando fuera del cómputo el tiempo que ha pasado desde que se diagnosticó la enfermedad. A esto hay que añadir la falta de información que existe sobre las garantías de tiempos máximos según su comunidad, ya que si se superan los tiempos establecidos, el paciente podrá requerir atención en el centro sanitario que elija, por ejemplo uno privado. En ese caso, cada comunidad estará obligada al pago de los gastos derivados de dicha atención sanitaria, aunque el enfermo deberá poner este dinero de su bolsillo.

Gracias a los avances tecnológicos en la medicina los tiempos de recuperación tras las operaciones quirúrgicas han disminuido. El tiempo que pasa desde que el médico comunica a una persona que necesita una operación hasta que ésta se produce también ha disminuido. Incluso cuando había menos personas en las listas, el tiempo de espera era superior al actual, ya que ahora se practican una mayor cantidad de intervenciones quirúrgicas. Aunque si está realmente desesperado siempre le queda otra alternativa: las urgencias. Aunque seguro que no es el único que lo ha pensado y tendrá que hacer cola también y seguramente para nada. La necesidad de coordinación es uno de los elementos claves para aliviar estas saturaciones junto con la eliminación de barreras burocráticas y una mayor atención a las reclamaciones del cliente, en este caso paciente. La reducción de las listas de espera en la sanidad todavía está un poco verde y, aunque va madurando, madura a paso lento.

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