Listas a la valenciana, muñecas rusas y bolas chinas
Los gentilicios sirven para clasificar a la gente según su lugar de origen. Pero en este mundo diverso, multicultural y globalizado, en el que hasta un bilbaíno puede nacer donde le dé la gana, cada vez es más complicado etiquetar a las personas simplemente por su procedencia.
En política está pasando lo mismo. Eso demuestra que las ideologías no estaban muertas; que estaban de parranda. Algunos comunistas se autodefinen ahora como nueva socialdemocracia para moderar su discurso. Los socialistas reivindican la vieja socialdemocracia europea como sello de autenticidad. Los conservadores y los liberales viajan al centro, no de la Tierra, aunque a veces sus planteamientos parezcan surgir de las más profundas cavernas. Y en estas estamos cuando acaba de iniciarse una nueva, o vieja, campaña electoral.
Una amalgama de siglas y confluencias se han organizado en torno a la marca Unidos Podemos. Dicen que tomando como referencia el Gobierno a la valenciana, pretenden sumar a las fuerzas de la izquierda para mejorar sus resultados y ganar al Partido Popular. Ya se sabe. Los valencianos somos muy dados a la pirotecnia fútil, el cartón piedra y el arte efímero devorado por el fuego.
No me refiero a fórmulas 1, ciudades de las artes y las ciencias, aeropuertos sin aviones o terras míticas, sino a rasgos identitarios que tienen que ver con tradiciones como los Moros y Cristianos, las Fallas y las Hogueras. Tal vez en esa arraigada idiosincrasia del espectáculo se encuentre el fundamento de las nefastas actuaciones políticas que todavía siguen contando con un nutrido apoyo. Según el último sondeo del CIS, el PP sería otra vez el partido más votado en la Comunidad Valenciana.
Pero más que listas a la valenciana, yo hablaría de muñecas rusas en las que una gran matrioska ostenta el protagonismo, escondiendo otras más pequeñas. Volviendo a la versión mediterránea, también se podría hablar del pez grande que se come al pequeño.
Para gobernar es necesario responsabilidad a la hora de establecer acuerdos sobre políticas concretas a medio y largo plazo sin pensar en fines electoralistas, al menos en principio. Para conformar una lista electoral, solo hay que hacer un reparto de puestos que satisfaga a las cúpulas de las múltiples organizaciones políticas, conforme a las expectativas de las urnas. Por cierto, ¿por qué Podemos presume de un gobierno del que no es integrante? ¿Sorpresa o sorpasso?
Unidos Podemos no concurre con un solo programa electoral y cada partido y confluencia se quiere hacer visible con su grupo parlamentario propio. Si ya es dificultoso llegar a pactos de gobierno con otras fuerzas políticas y gestionar un país plural y complejo, los problemas se incrementan cuando una coalición electoral está tan atomizada como sus intereses, componentes y plataformas. A ver si las listas a la valenciana se van a transformar en listas a la catalana. Una cosa es la pluralidad democrática y otra pretender generar una bipolarización interesada y falsa en dos bloques (PP y Podemos), mientras se denuesta y critica el bipartidismo.
Y para concluir, parece que el 26 J lo que vamos a celebrar no son unos comicios, sino el día de San Valentín con besos, sonrisas y corazones. Yo para quitarle cursilería al asunto, propongo que preparemos las bolas chinas para disfrutar de la intensa noche electoral. ¿Por qué lo llaman amor cuando solo se trata de puro, sucio y excitante sexo?