Cultura

Literatura a 505 metros sobre el mar

Estoy ronco, afónico, casi mudo. Quizás por eso sea un alivio sentarme y comenzar a divagar con el entrecortado ritmo que emiten las teclas. Pienso en colgarme una libreta en el pecho para intercambiar los mensajes más comunes con quienes me rodean. Luego, abstraído otra vez, pienso en cómo ocurrió el milagro que llevó a esas bastas y escuetas expresiones comunicativas que usamos a diario hasta el proceso de creación literaria. Pienso en el milagro que transformó el lenguaje en arte. La comunicación elevada hasta un universo casi exento de palabras. Luego pienso en Villena, atando corto...
Y con el de Patrick Martineau deben ser… no recuerdo los libros que han sido gestados y concebidos por vecinos y vecinas de Villena en los últimos doce meses. Tomo un año como vasija donde cobijar lo que con cierta seguridad abraza la memoria. Sin embargo les dejo a ustedes, queridas personas, el trabajo de enumerar. Aquí se trata tan sólo de tomar conciencia. La inercia obliga a tomar por costumbre aquello que es excepcional. Y la creación literaria de nuestra ciudad lo es. Para tener la certeza del caso basta con que hagan memoria de las citas que han sido anunciadas con motivo de la presentación de una publicación: literaria, histórica o de cualquier otra especie. Villena produce letras con mayor o menor acierto, pero con entrega, continuidad y valor. No era necesario para ello el aparentemente desaparecido Concurso de narrativa joven, al que se sumaría más tarde el de gente mayor. Digo que no era necesario sin por ello tildarlo de innecesario. Como gran parte de los proyectos que crea y desarrolla el “gabinete” técnico de juventud, el concurso de narrativa sucedió durante una cantidad considerable de ediciones sin mayor pena ni gloria que la que permite o atiende el concejal de turno.

Pero todo cambia, para eso hay quien reza o quien desea con fuerza cada día, y nos encontramos con un momento especial: la designación de la señora Celia Lledó como vocal de Juventud en la Federación Española de Municipios y Provincias. Se trata quizás de una situación interesante, que abre la posibilidad de que se desarrolle en nuestra alcaldesa cierta sensibilización respecto al área de Juventud. Puede que a partir de este contacto comencemos a escuchar propuestas cuya iniciativa consiga enunciarse, organizarse y pagarse desde dicha área en lugar de continuar supeditada al resto –cultura, servicios sociales, educación…–. Dicho cambio de dirección afectará evidentemente al tipo de propuestas y a su desarrollo, los objetivos definidos desde el prisma que debe seguir el área de Juventud se enriquecerán entonces con las aportaciones y colaboración del resto de áreas. Se conseguirá de este modo que Juventud sea un eje transversal en lugar de continuar siendo una sección de apoyo donde realizar inscripciones y “robar” ideas y proyectos.

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