Llega La Plaza
Dicen que sólo valoramos aquello que nos supone un esfuerzo conseguir. Y no cabe duda de que para Villena, La Plaza ha sido una de esas cosas. No porque existiera un interés común en llevar a cabo el proyecto, ni siquiera una alegría común al finalizarlo, sino por haber constituido uno de los quebraderos de cabeza de la ciudad no se sabe ya cuantos años. El caso es que al fin, o en definitiva, tenemos Plaza de Toros, o Plaza La Plaza y salvo que ocurriera algún indeseable desastre provocado por la Naturaleza, el tema queda zanjado: ya no existe Sí o No, la plaza está y el debate se traslada a otros aspectos.
Por el momento La Plaza la vuelvo a nombrar para hacerme con el sabor del nuevo nombre se prepara para obtener el visto bueno de la ciudad. Para conseguir la aprobación en varios aspectos: estéticos, técnicos y funcionales. Y en estos últimos es donde se encuentra uno de los puntos calientes del debate: la versatilidad del edificio. Porque plurifuncional, a mala leche o por necesidad, puede ser cualquier espacio: se hacen conciertos en campos de fútbol, o desfiles de moda en una calle cortada. De modo para que un espacio demuestre su cualidad de adaptación no basta con que sea capaz de acoger diferentes formas o estilos de espectáculo, sino de que esté preparado pensado de modo que tanto la distribución de la sala: espectáculo-público, como el acceso a los diferentes medios técnicos necesarios, queden claramente delimitados y determinados.
Un espacio multidisciplinar debe estar diseñado como un espacio multidisciplinar por tanto, y así esperamos que esté diseñada nuestra plaza; porque cualquier otra cosa supondría haber creado una plaza de toros donde se tiene la intención de realizar espectáculos de distinta índole para los que ya iremos adaptando el espacio: extendiendo mangueras de luz, delimitando el graderío con vallas, cambiando los camerinos de lugar, contratando generadores eléctricos, escenarios
Llega La Plaza y sólo queda acogerla con esperanza. Ante la dimensión y las características del edificio, sobre todo el techo cubierto, cabe pensar que la apuesta en su programación debe ser importante, debe ser un referente. Porque de lo contrario nos podríamos encontrar con que tenemos una enorme y costosa construcción cuya función se reduce a acoger nuestra actividad local, muy digna pero con necesidades muy por debajo de las que ofrece el edificio. Como conducir un Ferrari para ir a comprar el pan, y lo digo por los costes que imagino que supondrán abrir La Plaza: personal de seguridad, de tramoya, personal técnico, infraestructuras de iluminación y sonido, limpieza, etc. Aunque de momento sólo sirve cruzar los dedos, acudir a las Jornadas de Puertas Abiertas, ver cómo funciona la programación inaugural y confiar en que todo salga bien. Suerte.