Llueve o no llueve
En pasadas fechas, con motivo de una sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 3 de Alicante sobre un recurso interpuesto por General de Galerías S.A. sobre la reparcelación de los terrenos del Grec, donde se construirá el futuro tercer instituto, el concejal de urbanismo, Sr. Ayelo, mantuvo un nuevo enfrentamiento dialéctico en los medios con la edil de la oposición Sra. Lledó.
Cada uno, desde su posición, interpretaba el fallo del tribunal atribuyendo las bondades o desgracias que el mismo conllevaría para el futuro del ya famoso tercer instituto. El uno, desde el conocimiento que le da acceder a información de primera mano como concejal con responsabilidad de gobierno, argumentaba que en ningún momento el tal fallo iba a paralizar la construcción del centro educativo. La otra, desde la suposición, o la información que manejase, venía a decirnos que las obras del instituto se iban a demorar hasta una nueva reparcelación y que posiblemente en esta legislatura no se podrán empezar las obras. Hay que decir que la concejala del PP se quejaba, también, de la falta de información a que le somete el Sr. Ayelo, hurtándole las pistas necesarias para poder hablar con mayor fundamento.
Bien. Los hechos son más o menos como acabo de relatarlos, obviamente con mayor profusión de detalles que para el caso que me ocupa no tienen mayor trascendencia.
Quiero exponer mi opinión sobre lo que creo que es moneda corriente en la política, tanto a escala nacional como local. Es la idea de que un sinfín de veces se proclaman certezas o verdades desde los diferentes partidos fundamentalmente dos, que tienen visos de ser La Verdad, sin matices. Me explico. Si a usted que lee este artículo le dijese una persona que entra a su casa que está lloviendo y al instante entrase otra diciendo que está el sol de fuera, evidentemente coincidirá conmigo que alguien está mintiendo, o, como se dice ahora, falta a la verdad. No puede ser que llueva y no llueva a la vez. Pues bien, eso es lo que ocurre muchas veces con nuestros actuales políticos, nos quieren hacer creer las dos cosas a un mismo tiempo, con lo cual el descrédito cunde por barrios. Alto y claro: los políticos piensan de la ciudadanía que estamos en la higuera, que somos tontos y como tal nos usan. Da coraje suponer que nos tratan solamente como electores, como mero trampolín; como si fuéramos menores de edad civil y no estuviéramos preparados para entender los arcanos de la política y sus vericuetos. Quizá sea eso. No puedo evitar tener la sensación de frustración cuando depositas la confianza en personas que te van a representar y luego se entretienen en disquisiciones que las más de las veces tratan de enmascarar ideas, falta de pulso político o más arrojo e independencia de las directrices de la cúpula dirigente del partido. ¿Cómo es posible que una ciudad como Villena no tenga un tercer instituto desde hace ya por lo menos diez años? ¿A qué farsa estamos asistiendo legislatura tras legislatura? Ojo, sólo estamos hablando de un caso, el instituto, ¿y esos otros proyectos que están en la mente de toda la ciudadanía y que van languideciendo año tras año? En fin.
Mi posición es bien simple: no admito la manipulación tan grosera a que se nos somete sin el menor asomo de sonrojo. Nos merecemos un trato más serio, aunque, claro está, hablar de conciencia ciudadana, de permanecer informados, de estar atentos a los problemas de la comunidad, de pretender formar parte de la urdimbre que es el colectivo social, etc, etc, me temo que han pasado a mejor vida. ¡Celebremos el último gol!