Lo escrito permanece
Abandonad toda esperanza, salmo 553º
Verba volant, scripta manent. Lo dicho vuela, lo escrito permanece. En su origen, tal y como lo relata Alberto Manguel en su extraordinaria Historia de la lectura, estas palabras extraídas de un discurso de Cayo Tito venían a significar lo contrario ("lo escrito está muerto, lo oral tiene alas y vuela libre") de lo que se entiende hoy: que el discurso verdaderamente importante, significativo, es aquel que está escrito precisamente porque permanece. A nadie se le escapa que la razón principal de que el hombre inventara la escritura fue la necesidad de contar con una verdad, por lo general relativa a textos de índole legal o vinculados al culto religioso de turno, que fuese inamovible y por tanto inmune a las variaciones (conscientes o inconscientes) de los encargados de transmitirla.
Hoy quiero recomendarles tres auténticas joyas bibliográficas llamadas a permanecer, entre otras razones porque todas ellas vienen a ser una auténtica celebración de esos dos actos complementarios y fundamentales para la humanidad que son la lectura y la escritura. Empezaré por un librito que ya ha pasado la criba de la posteridad: Escribir es un clásico contemporáneo de 1964 que se reeditó a finales del año pasado, y cuando me refiero a él como librito no es un juicio de valor sino una descripción literal. Se trata de un pequeño volumen de medio centenar de páginas accesible a todo lector pero pensado particularmente para los más jóvenes, y en donde los textos de Murray McCain y los dibujos del malogrado John Alcorn constituyen una historia resumida de la escritura a la vez que un homenaje cargado de poesía (verbal y visual) al nacimiento del lenguaje. Un libro para leer en muy poco tiempo y mirar y deleitarse durante mucho más tiempo después.
También es resultado de un trabajo en equipo, aunque por su naturaleza es el apartado gráfico el que más destaca, el prodigioso "atlas literario" titulado Trazado que nos regalan Daniel Harmon y Andrew DeGraff. Este último, lector irredento gracias a su madre (de profesión profesora), seleccionó algunas obras literarias -de la Odisea a un relato de Ursula K. Le Guin pasando por textos tan fundamentales como Hamlet, Robinson Crusoe, Moby Dick o un par de cuentos fantásticos (en ambos sentidos del adjetivo) de Borges y Shirley Jackson- de las que nos ofrece sus respectivos mapas de ruta, acompañados todos y cada uno por textos de Harmon cuya calidad e interés divulgativo, es de justicia subrayar, están a la altura del deslumbrante arte de su compañero. El resultado de un proyecto tan fascinante hay que verlo para creerlo... Y después de verlo, cualquier lectura o relectura de las obras seleccionadas ya no será, no podrá ser, la misma.
Si Trazado responde al vínculo personal de DeGraff (y Harmon, insisto) con algunos clásicos de la literatura universal, el Libro de las Invocaciones armado por el ilustrador Pablo Gallo reúne 131 vínculos personales, los de otros tantos escritores contemporáneos con el mismo número de colegas ya fallecidos pero cuyo legado permanece muy vivo. Inspirado por el Diccionario de símbolos de Cirlot (otro volumen que, de paso, les recomiendo con fervor) y por un sueño propio, Gallo propuso a uno de sus (y mis) escritores favoritos, Enrique Vila-Matas, que escogiera una cita de un autor al que admirara. Una elección arriesgada, dada la habilidad de quien acaba de publicar Mac y su contratiempo (título del que espero hablarles en breve) para hacer pasar por ajenas muchas reflexiones propias. Tras él vendrían otros ciento treinta literatos, que Gallo retrata junto a sus colegas predilectos mirándose de reojo, acompañados todos de su correspondiente ilustración a modo de greguería gráfica o conjuro visual. Tengo que confesar que se me hace raro (a la vez que me resulta placentero) descubrir a quiénes han invocado aquellos a los que conozco personalmente y de los cuales a algunos puedo considerar amigos. Por cierto: Vila-Matas escogió a Chesterton, y el suyo ("Uno se pasa la vida descubriendo que los otros tienen razón") podría entenderse como un aforismo a propósito de los difuntos convocados, a los que el paso del tiempo ha erigido en clásicos dándoles, por tanto, la razón. Lo mismo pasará, créanme, con estos tres libros.
Escribir, Trazado. Un atlas literario y Libro de las Invocaciones están editados por Libros del Zorro Rojo, Impedimenta y Reino de Cordelia respectivamente.