Lo mejor y lo peor
Villena es una ciudad espléndida y a la vez una aldea miserable. Capaz de lo mejor y de lo peor, está llena de gente interesantísima, al tiempo que acoge especímenes dignos de otro tiempo y lugar, intolerantes cuyo único argumento es darse golpes de pecho, hipócritas que se llenan la boca defendiendo a su Patrona mientras en la intimidad tratan a sus familias, empleados, compañeros o vecinos como auténticos trozos de mierda.
Villena es una ciudad con un tejido asociativo espectacular, plagado de personas dispuestas a renunciar a su tiempo libre y a su ocio, aportando en ocasiones dinero de su propio bolsillo, para ayudar a los demás. Asociaciones de todo tipo trabajan incansablemente para hacer de Villena un lugar mejor, para ayudar al que no tiene, para enseñar al que no sabe, para formar en valores a centenares de niños. Pero Villena es también un lugar donde en pleno siglo XXI se puede pedir la censura de una obra de teatro sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza.
Villena es una ciudad dinámica, plagada de excelentes profesionales y de personas con una creatividad desbordante, una ciudad donde a pesar de los pesares florecen los proyectos empresariales y podemos asistir a la inauguración de un negocio o una exposición artística, a un concierto, a la presentación de un libro, a un aniversario Pero es también una aldea asfixiante, un páramo de mediocridad dominado por el omnipresente sentimiento de la envidia, que nos hace hablar mal y sembrar sospechas infundadas de todo aquel que prospera.
Villena es una ciudad que dentro de unos días va a ofrecer lo mejor de sí misma, transformándose para dejar paso a una alegría desbordante y representar de manera masiva unos acontecimientos en los que se unen de la mano historia, tradición, devoción y espectáculo. Pero también es una aldea decrépita en la que se pasean ignorantes carcamales que se creen que el pueblo es suyo, que sólo ellos son depositarios de las esencias más nobles de la tierra y que los que no pensamos como ellos estamos de más.
Villena es mi ciudad, en la que vivo y trabajo, en la que están las personas que quiero, y estoy muy orgulloso de ella. Pero es también la aldea que cada dos por tres me avergüenza y me obliga a huir, porque no soy capaz de aguantar tanta hipocresía y tanta doble moral.
Felices fiestas a quienes se las merezcan
y ¡Día 4 que me fuera!