Lo zombi
Abandonad toda esperanza, salmo 479º
Allá por septiembre de 2011 dediqué este espacio que me cede cordialmente El Periódico de Villena a lo zombi: la ocasión la brindaban la publicación del libro de Jorge Fernández Gonzalo Filosofía zombi y un par de cómics de dicha temática... así como el inminente estreno de la segunda temporada de la serie The Walking Dead. Ahora, cuatro años después, lo zombi sigue de moda: ya estamos esperando que se estrene la sexta temporada, y desde esta misma semana disponemos de otro serial complementario, Fear the Walking Dead: precuela de la anterior, el nuevo relato sigue a personajes distintos en el momento en que arranca el contagio, mientras el protagonista de aquella sigue en el coma del que despertaba en el primer episodio. De momento, el piloto ofrece poco para poder juzgar si estamos ante una obra de cierta enjundia o si no deja de ser otro intento de seguir exprimiendo el éxito de la serie principal para generar todavía más dividendos. Mientras tanto, Planeta continúa publicando el cómic original escrito por Robert Kirkman, en su edición regular y en la colección de tomos recopilatorios de lujo, a gusto del consumidor; una obra que ya les he recomendado en alguna ocasión, y que ahora aprovecho para volver a recomendar.
Sigamos con lecturas de contenido similar, pero ahora de esa literatura zombi que bebe tanto de imitar éxitos cinematográficos como de ofrecer pastiches a partir de clásicos de las letras universales con una dosis extra de muertos vivientes inexistentes en la receta original. Si son de los que siguen habitualmente esta columna y/o mi blog homónimo, el nombre de Claudio Cerdán ya debería resultarles familiar... Escritor prolífico como pocos (ha publicado siete novelas en ocho años, y eso sin contar lo que ha salido solo en el extranjero o los relatos diseminados aquí y allá), no resulta fácil leer a la misma velocidad que él escribe, y ni siquiera a los que nos contamos entre sus amigos nos da tiempo a seguir su producción como merece: cuando su reciente La revolución secreta todavía está en la pila de lecturas pendientes, Claudio se descuelga con Sangre fría, su primera novela sobre zombis, subgénero que ya había tratado ocasionalmente en las distancias cortas. Pero como no podía ser de otra forma tratándose de su autor, la obra apuesta por el mestizaje genérico: al igual que en sus primeros libros la fantasía heroica tenía un cierto aire de western, aquí el terror se fusiona con la acción y el policíaco (campo este donde Cerdán se ha labrado un nombre como figura indispensable de la nueva hornada de escritores españoles que lo cultivan), cediendo el protagonismo a un wild bunch de gitanos liderados por Perrolobo, un delincuente recién salido de prisión que debe ajustar cuentas con la mafia local y con un ex policía que se la tiene jurada; todo ello, claro está, en mitad de un apocalipsis zombi. El resultado de este cóctel es, a mi parecer, no la mejor novela de su autor (de momento reservo ese juicio para Un mundo peor), pero sí la más divertida y desenfadada. Y si no fuera porque no he leído demasiada literatura zombi y eso relativiza cualquier juicio al respecto, me atrevería a decir que, por su estilo narrativo, por la riqueza del lenguaje de sus personajes (repleto de argot) y por lo ambicioso de su construcción (con capítulos desordenados, como pedazos de un cadáver en descomposición, que el lector ordenará conforme avance en su lectura), muy posiblemente podría ser la mejor. Por cierto: cuando lean el libro, cosa que no dudo harán en breve, se toparán -entre otros muchos homenajes, referencias y cameos- con un personaje llamado como servidor que viste una camiseta con la efigie de Al Pacino en Serpico. Sí, amigos: al final he alcanzado la inmortalidad literaria, pero no como escritor, sino como personaje. Algo es algo.
Hablando de homenajes: obviamente, no es casual que el nombre de pila de Perrolobo sea el mismo que el de Juan de Dios Garduño, autor de una de las novelas españolas sobre muertos vivientes más celebradas de los últimos años: Y pese a todo Confieso no haberla leído, pero sí he visto la reciente adaptación que se ha estrenado en los cines con el título de Extinction y que firma Miguel Ángel Vivas. Rodada en inglés y con actores en su mayoría extranjeros, el realizador vio en la novela de Garduño la oportunidad de homenajear a una de sus películas favoritas, aquella Infierno en el Pacífico que enfrentaba a los militares rivales Lee Marvin y Toshiro Mifune... Algo que, por cierto, ya hizo también en los años 80 y en clave de cine fantástico Wolfgang Petersen con Enemigo mío. En esta Extinction, son unos estupendos Matthew Fox y Jeffrey Donovan (protagonistas de las series Perdidos y Último aviso) los que se odian a muerte pero tendrán que colaborar si quieren sobrevivir al ataque de las criaturas en las que parecen haberse convertido las personas contaminadas, todo ello en el marco de un planeta Tierra cubierto de nieve y donde muy bien ambos podrían ser, junto con la hija pequeña de uno de ellos, los últimos supervivientes de la raza humana. El film, que también bebe de la fundamental La Cosa de John Carpenter, no inventa nada nuevo pero está ejecutado con precisión, haciendo un uso magnífico de los espacios cerrados, el fuera de campo y los silencios; y no realiza molestas concesiones a la galería. En definitiva: se trata de una película muy recomendable, una más en esta nueva edad de oro del cine fantástico español, lo cual -si atendemos a la publicación de la citada novela de Claudio Cerdán y de otras muchas de características similares- parece haberse contagiado también al ámbito literario. Bienvenido sea todo ello, con o sin zombis.
Fear the Walking Dead se emite en canal AMC; Los muertos vivientes y Sangre fría están editados por Planeta y Dolmen respectivamente; Extinction se proyecta en cines de toda España.