Loco por la tele
Abandonad toda esperanza, salmo 541º
Quiero que sepan que me he dado de baja de Ono y me he pasado a Movistar. En lo que a oferta televisiva se refiere estoy encantado con el cambio, y es que es un verdadero lujo poder grabar varias cosas a la vez al margen de lo que estés viendo en el momento, o disponer a la carta de todos los programas emitidos durante la última semana. Si a eso añadimos una calidad de imagen prístina y la posibilidad de elegir audio en VO y subtítulos en muchísimas películas y series, el resultado es una oferta audiovisual impecable al que solo puedo ponerle un pero: no disponer de tiempo suficiente como para disfrutarla.
Quizás ahora empiece a ver más televisión. Porque, aunque muchos no me creerán, apenas veo la tele. En mi casa el televisor es un electrodoméstico más, no el fin en sí mismo, y la mayor parte del tiempo que paso frente a él lo hago viendo películas y, en menor medida, series. De hecho, desde hace meses solo tengo dos citas fijas con sendos programas (Días de cine y El intermedio), y el resto de los que veo (Página 2, Cachitos de hierro y cromo, algunos noticiarios y poco más) es de forma esporádica. Por eso no acabo de entender muy bien por qué el crítico especializado en cine y televisión (y colaborador reciente de este periódico) Antonio Sempere ha confiado en mí para el colofón de las jornadas "Hablemos de televisión" que organiza en la Sede Universitaria de Alicante, y que cuando ustedes puedan leer estas líneas ya habrán alcanzado su ecuador. Así, después del crítico Carlos Escolano y el periodista y presentador Marco Martínez llegaremos el experto en audiencias Manu Martín-Albo y servidor para dialogar con Antonio largo y tendido sobre el universo catódico en las tardes del miércoles y el jueves de la semana que viene.
Presentar a Antonio Sempere a la ciudadanía villenense es innecesario: siendo yo un crío que -entonces sí- veía toda la tele que podía, él ya era conocido como el vecino de Villena que participaba en todo concurso que se le ponía a tiro. Le recuerdo particularmente en La vida es juego junto al añorado Constantino Romero, y sobre todo en Locos por la tele (con ese nombre nuestro Antonio no podía andar muy lejos), que presentaba Ferran Rañé y que contaba con una estructura sorprendente: empezaba como una sitcom y continuaba con el concurso propiamente dicho. Poco antes o después pasó por allí otro ilustre (pero entonces anónimo) concursante: Santiago Segura.
Años después de aquella experiencia Antonio se marchó a vivir a Alicante (entonces no lo sabía, pero yo acabaría haciendo lo mismo), y empezó allí una carrera como escritor y crítico que le ha llevado a impartir clases en las universidades de Alicante y Elche y a escribir varios libros sobre la materia, uno de ellos titulado precisamente como el último programa citado (y casi como esta columna). En su día leí con sumo gusto su primer libro sobre Alejandro Amenábar, que a pesar de lo prematuro de la propuesta (el cineasta era entonces una promesa con solo dos largos en su haber) analizaba con precisión los filmes del futuro director de Mar adentro; y estoy seguro de que voy a disfrutar muchísimo con su nuevo libro: 50 años de La 2, que se presenta como un recorrido subjetivo y apasionado de quien se define como un espectador militante del que sin duda es el mejor canal de nuestra historia televisiva (sí, también es verdad que no ha tenido demasiada competencia). Y es que Sempere ha declarado que, como quien cumple con una dieta estricta de ondas hertzianas, se nutre de cinco horas diarias de emisión de la segunda cadena de TVE (más algunas más de otros canales), y ha sido capaz de no perderse ni una sola entrega de muchos de sus programas a lo largo de varias décadas de existencia. Por tanto, nadie mejor que él para glosar el medio siglo de vida que el canal cumplió hace apenas unos días... y nadie mejor que Jordi Hurtado para prologarlo, puesto que, al menos desde que tengo memoria y al igual que el dinosaurio de Monterroso, él siempre ha estado ahí. En la tele, claro.
50 años de La 2 está editado por Cinestesia.