Loli Fenor
Nunca es tarde cuando la dicha es buena. El Ayuntamiento de Villena va a oficializar en 2019 lo que era una evidencia: Loli Fenor Miñarro será Hija Adoptiva de Villena. Con unas mayúsculas que en este caso cobran todo su sentido. Porque Loli Fenor forma parte del paisaje y del paisanaje villenero desde que llegó en 1975. Y de qué manera.
Sus datos biográficos explican los cargos profesionales que ha desempeñado. En el Instituto Hermanos Amorós, durante 41 años ininterrumpidos, fue profesora de incontables promociones. Sin embargo, su memoria inabarcable puede con todos los apellidos. Y no sólo eso: con todas las familias de sus alumnos, con todos los consortes, hasta con los amigos de los amigos.
No imagino a Loli Fenor, madre de villeneras y esposa de villenero, lejos de Villena. Salvo que sea para visitar su Lorca natal. Yo siempre he defendido que como lugares fronterizos que somos, Villena y Lorca tenemos mucho en común. Con nuestro deje característico, peculiar, sólo nuestro; con nuestras fiestas centenarias, desmesuradas, gigantescas en forma y en sentimiento; con nuestro carácter acogedor, que contrasta con la sequedad de otras latitudes mucho más cercanas, y con nuestra manera de haber conservado el sentimiento de pueblo siendo ciudad, Lorca y Villena caminan de la mano ofreciendo tesoros que, poco a poco, con algo de retraso respecto a otros lugares, van siendo reconocidos.
En cuanto realicé mis primeras visitas a Lorca, con motivo de su Primavera Cinematográfica de los noventa, supe que allí me sentía como en casa. Antes había frecuentado a un lorquino enorme, Pepe Marín Guerrero, compañero en la redacción de La Verdad de la calle Navas, que primero fue presidente de la Asociación Independiente de Teatro y más tarde, gracias a su bonhomía con los políticos y empresarios, delegado del gobierno regional en Alicante. Por Pepe y su mujer Ana supe lo muy cerca que estaban los lorquinos de mí, en contraste con la lejanía de nuestros conciudadanos capitalinos.
A Loli Fenor la entrevisté hace 26 años en la televisión local, en un programa especial dedicado al XXV aniversario del Instituto Hermanos Amorós. Desde entonces no ha hecho más que mejorar. Y por imposible que pudiera parecer, hoy es todavía más villenera que entonces.