Cultura

Los actos del aniversario de La Espuela alcanzan otra dimensión con la cata de Bodegas Muga

Restaurante La Espuela continúa con los actos de celebración de su quinto aniversario, que en los próximos meses nos traerán eventos como una cata de Bodegas Juan Gil, la degustación de los Grandes Quesos del Mundo o una nueva edición de la esperada Cervecena. Pero antes había una fecha especial marcada en el calendario: el jueves 29 de marzo, cuando pudimos disfrutar de los mejores caldos de Bodegas Muga acompañados por un maridaje espectacular.
Con el patrocinio de Bardisa y Cía y Delicattessen, la dirección de la cata corrió a cargo de Vicente Almodóvar, sumiller de Bodegas Muga, que además de presentar los vinos hizo una breve introducción sobre la bodega riojana, un negocio familiar con producciones relativamente pequeñas que, tras tres generaciones, se ha convertido en una de las marcas más respetadas y valoradas en España y el extranjero, no en vano se trata del vino español más vendido en EEUU y uno de los favoritos de afamados críticos como Robert Parker.

Así, tras conocer algunas pinceladas sobre la bodega, fueron siendo “presentados” sus diferentes vinos, acompañado cada uno de ellos por unos platos cuidados con más mimo que nunca por el equipo de La Espuela. Primero el fantástico Muga Rosado 2011, que recuperando la esencia de los mejores claretes de la Rioja ha sorprendido a propios y extraños, empezando por el propio Parker –el crítico más conocido del mundo–, que calificó este vino como su rosado favorito para el verano, e ideal para acompañar a las cigalas, quisquillas y gambas rojas servidas junto a él. A continuación le llegó el turno al Blanco fermentado en barrica 2011, un vino joven, fresco, verdoso, que maridó a la perfección con una de las sorpresas de la noche: una espectacular sardina ahumada sobre una base de alcachofa y tomate.

Llegados a los tintos –las joyas de la casa– se abrió boca en el Muga Crianza 2008, que dejaba descubrir desde el principio sus 24 meses en barrica y 7 más en botella, lo que en cualquier otra bodega lo convertiría en Reserva pero no en Muga, que apuesta por vinos elaborados con largas crianzas. Poderoso e intenso, creció exponencialmente con el hallazgo de la velada: unas geniales manitas de cerdo deshuesadas servidas con trufa sobre un lecho de tosta y puré de patatas. Sencillamente indescriptibles. Hay que probarlas.

Después le llegó el turno al Reserva Especial 2006, un vino muy cuidado se muestra totalmente redondo en boca, suave, sedoso, amable… e ideal para ser maridado con un queso de Belmonte curado en manteca, morcón y lomo ibérico de caña 5 Jotas gentileza de Bardisa y Cía. Y para finalizar, la “niña bonita” de la bodega, el Prado Enea 2004, un Gran Reserva completamente diferente, delicado, de evolución muy lenta, señorial... un vino que, bien conservado, puede beberse a la perfección dentro de 20 o 25 años, y que nos sirvió para acompañar otro de los lujos de la noche: el conejo a la pastora, sabroso a la par que tiernísimo tras largas horas de elaboración.

La guinda, como siempre, llegó con los postres, que esta vez tuvieron forma de croquetas de chocolate servidas con fresas, otra genialidad de la casa ideal para facilitar el “cambio de tercio” y abrir la puerta a los afamados gin-tónics de La Espuela, que sirvieron para poner el punto y final a otra velada inolvidable… hasta que llegue la siguiente, que tendrá lugar en aproximadamente un mes. ¿Se lo van a perder?

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