Cartas al Director

Los ángeles de la carretera

Voy a escribir este artículo poniendo el máximo sentimiento en él. Ya que como nieto, sobrino y primo de guardias civiles, cada vez que ocurre una desgracia dentro del Cuerpo de la Benemérita me toca muy de lleno y me afecta profundamente en mi sentimiento. Esta semana pasada ha fallecido en acto de servicio, por auxiliar a un semejante en la carretera, un miembro de la Benemérita del Subsector de Tráfico de la Guardia Civil de Alicante. Un hombre joven, Jesús Vera, que según dicen los que le conocían bien era un excelente compañero, alegre y amigo de sus amigos. Una vida segada de raíz en el acto más excelso, el de ayudar y auxiliar a un semejante en apuros.
Dentro de los cometidos de la guardia civil, que son muchos, para salvaguardar la seguridad de todos los ciudadanos en ciudades y pueblos a lo largo de todo el territorio nacional, hay uno en especial que los ciudadanos de bien apreciamos en todo su valor: son los agentes que se especializan o son destinados a los distintos subsectores de tráfico de la guardia civil de todo el país. Estas personas que han elegido esta sacrificada profesión, que en muchas de las ocasiones es vocacional, tienen que renunciar a algún que otro derecho que ampara la Constitución para el resto de ciudadanos. Al pertenecer al cuerpo de Seguridad del Estado, todavía se rige por el código de justicia militar y por lo tanto, son militares a todos los efectos y hay derechos que están segados para este colectivo laboral. Por poner un ejemplo: el derecho a la huelga, el derecho a manifestarse, etcétera. Aunque poco a poco, van avanzando en sus propias libertades.

Pero me estoy desviando del tema que quiero tratar en este artículo: La cotidianidad de los guardias y mandos que forman parte de la agrupación de tráfico de la guardia civil. Un trabajo sacrificado, aunque en muchas ocasiones reconfortante, cuando vuelven de un servicio de ayuda o auxilio a los demás y que ha salido bien.

En su momento hice un artículo que publicaron los medios de comunicación que se titulaba, como el de hoy: “los ángeles de la carretera”, que es como un servidor denomina a la pareja de motoristas de la guardia civil. Siempre juntos, circulando por estas carreteras y autovías, cada dia más peligrosas. Observando el comportamiento al volante de todos los usuarios, si circulan correctamente y de acuerdo a las normas de tráfico; preparados, por si en cualquier momento surge un imprevisto y tienen que parar a auxiliar algún conductor en apuros; soportando en sus propias carnes las inclemencias del tiempo, el frio, el calor, la lluvia, el viento. Aglutinando en sus personas experiencias de todo tipo, agradables, desagradables, odiosas, apuradas, peligrosas... Aunque con una vocación muy clara y una seña de identidad inequívoca, el servicio incondicional hacia los demás, que el sueldo no compensa casi nunca.

Todos los miembros que forman la agrupación de tráfico de la Benemérita son personas especializadas en todo tipo de diligencias e incidencias que ocurren en las carreteras de nuestro país. Tanto es así, que cuando por desgracia ocurre un accidente de tráfico, los primeros en personarse en el lugar, son los motoristas y el coche de atestados. Y lo primero que hacen es auxiliar a las personas con todos los medios a su alcance, avisando al unísono a los medios sanitarios pertinentes y a todo medio necesario para salvar una situación complicada o de peligro vital.

Por eso, en mi vocabulario particular se han ganado como los siento. Son Ángeles, son nuestra seguridad en las carreteras. Cuando se ven aparecer por en el horizonte sus uniformes verdes, a las personas de bien se nos ponen los pelos de punta.

Pensaran ustedes, estimados lectores, que estoy poniendo mucho énfasis al intentar describir el trabajo, tan loable y noble que realizan a diario los agentes de la guardia civil. Pues todavía me quedo corto en mis afirmaciones y adjetivos, se merecen muchos más. Lo que está muy claro, es que pierden su vida, como por desgracia, ha ocurrido con Jesús Vera, que ha perdido su vida, por ayudar a un semejante en apuros. Y estos hechos tan especiales son los que tienen valor y hacen que la ciudadanía española en general se sienta orgullosa de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y en especial de la Guardia Civil, con sus Ángeles de la carretera, la Agrupación de Tráfico.

Cada día que pasa en esta sociedad de locos, las personas nos damos cuenta de lo necesario que es que haya otros semejantes trabajando con una profesionalidad que la demuestran día a día y que hace que nuestras carreteras sean más seguras en todos los aspectos. Ya que en caso de emergencia o apuro, ahí estarán los guardias civiles (los ángeles de la carretera), dispuestos a ayudar a los demás, poniendo todo su empeño y profesionalidad para solucionar lo antes posible el problema. Aunque sea como ya ha ocurrido por desgracia, perdiendo lo más preciado que tiene el ser humano, su propia vida.

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