Los ‘detalles’ de los bancos
Hace un par de meses agoté mi prestación por desempleo y en estos momentos cobro ese generoso subsidio para mayores de 55 años de 430 euros que, como todas podéis imaginar, me permite tener una vida regalada llena de lujos y caprichos que no todo el mundo puede permitirse.
Mi banco, que fue caja de ahorros antes de ser esquilmada por esos que luego nos piden perdón por si nos hemos sentido ofendidos cuando entran al talego
(por si nos hemos sentido ofendidos dicen
ofendidos no, perdone usted, robados, humillados, ridiculizados y empobrecidos por culpa de sus actividades mafiosas que han propiciado una crisis en la que tanta gente se ha quedado sin trabajo, sin ahorros, sin casa y sin dignidad además de tener que rescatarles con 60.000 millones de euros que jamás nos serán devueltos y que han supuesto el retroceso de la educación, la sanidad, las infraestructuras públicas y la cultura
así que no nos toquen más las narices y no nos pidan perdón).
¿Por dónde iba?... ¡Ah sí, ya lo recuerdo! Quería contaros que el banco en el que tengo cuarenta años mi cuenta, haciendo gala, una vez más, de la infinita bondad que ha caracterizado históricamente a las entidades financieras, decidió echarme una mano en los momentos difíciles de mi economía particular. Sin previo aviso y por mandato del algoritmo de su sistema informático, una vez detectado que mis ingresos estaban por debajo de los 700 euros, modificó las características de mi cuenta y donde antes no tenía ningún tipo de comisiones, ahora, por ser un poco más pobre y porque sí, empezaría a pagar hasta por atreverme a pronunciar su dulce nombre.
Enternecido por el detalle de la sacrosanta institución y todavía con el temblor de la emoción en mis labios, llamé por teléfono para pedir, con humildad, una entrevista con la gestora de mi cuenta a fin y efecto de agradecerles el detalle. Teníais que haber visto a la pobre mujer tratando de justificar lo injustificable y de hacerme entender que las cosas son así porque no pueden ser de otra manera. Total, que al final parece que sí que pueden ser de otra manera y me hizo un apaño para volver a la situación anterior y no voy a pagar comisiones.
Pero ¿de verdad era necesaria toda esta mierda de disgusto y pérdida de tiempo? ¿Es preciso que nos recuerden constantemente quién es el señor y quienes los vasallos? ¿Cuánto habrán ganado con los que no se han dado cuenta hasta que ya tenían los dineros sustraídos por el algoritmo? ¿Cuándo va a parar algún gobierno decente esta legalización descarada de la usura?
Todavía huelo la basura periodística de los tertulianos y los periodistas conductores de programas diversos analizando las imágenes y las palabras de los arrepentidos con las maletas en las manos para entrar a la cárcel que ellos mismos han elegido para purgar su pena.
Todavía me duelen los oídos al escuchar que a esos inmorales les dignifica sus declaraciones de arrepentimiento. Los delitos que cometieron han causado demasiado dolor. Así que devuelvan lo robado, paguen con la deshonra de la cárcel sus abusos y no nos den penita, por favor.