Estación de Cercanías

Los invisibles

Ha querido la casualidad, y las muchas cosas por hacer todo sea dicho, que fuese el pasado domingo, el domingo del Oscar para Bardem y los cómicos que han hecho grande esta profesión, el que tuve la ocasión de ver el documental que produjo este actor, en colaboración con Médicos sin Fronteras y distribuido por el diario El País hace algunas semanas.
Este documental, titulado “Invisibles”, nos enseña, desde la realidad más cristalina y pragmática, a través de 5 historias tan equidistantes geográficamente como cercanas en cuanto a abandono y olvido, tres conflictos bélicos y dos enfermedades de las que nadie habla desde las altas esferas, de los que ningún mandatario se acuerda porque afectan a los que padecen el endémico mal de la pobreza extrema. Vi la perfecta fotografía del sufrimiento de miles de mujeres transparentes que en la República Democrática del Congo son víctimas de violaciones sistemáticas, múltiples y cotidianas, en presencia de hijos, maridos o madres, sin que puedan confiar ni tan siquiera en los cuerpos de policía o el ejército de su país; de la valentía y el coraje de los desplazados colombianos y su determinación por defender el pedazo de tierra que les vio nacer y que la guerrilla les ha arrebatado; el miedo infinito y desgarrador que emana de los ojos de muchos niños del norte de Uganda, que deben abandonar por las noches lo que queda de sus casas y a sus familias para ir a dormir a refugios que les protejan de ser secuestrados por rebeldes armados que les obliguen a matarse entre ellos, a morir por su causa, a vivir el resto de sus vidas esclavos del arrepentimiento por estos actos no voluntarios. Le puse cuerpos con nombres y apellidos a dos enfermedades, mal de Chagas y mal del sueño: la primera, enfermedad mortal de la que son portadores las chinches rojas, inquilinas habituales a su vez de chabolas insalubres y carentes de toda norma higiénica, y que afecta en estos momentos a 18 millones de infectados en Iberoamérica, pero que a pesar de esta importante cifra de afectados continúa sin vacunas con las que combatirla porque los que precisan de su aplicación no tienen ni para comer y sus gobiernos miran hacia otro lado, al igual que en 1928, cuando el docto Carlos Changas la descubrió; y la segunda, igualmente peligrosa y mortal, trasmitida por la mosca tse-tse, que en la actualidad carece de la inversión y el compromiso necesarios por parte de las multinacionales farmacéuticas para una investigación que ayude a controlas y aliviar sus síntomas y consecuencias.

Y así, con el ánimo encogido ante tanta miseria y abandono, ante tales vidas inimaginables para cualquiera de nosotros, me tropiezo en el informativo de la noche, y con su noticia estrella, los preparativos para el debate entre Zapatero y Rajoy, preocupación absoluta en los rostros de los 6 asesores por cabeza ante la distancia entre la mesa y el suelo, por las patas de las sillas, por los tiempos de posado, por las tomas y los tonos, por la iluminación, la vestimenta, la exactitud de los tiempos que cronometrarán controladores de baloncesto. La noticia eran las cincuenta condiciones que han pactado ambos partidos para este encuentro, la arduas negociaciones que hasta hace 10 días no fueron aceptadas, la noticia era la hora de llegada del líder de la oposición, lo diez minutos de diferencia con su oponente, el lado que ocuparían en la mesa. Y fue ahí, al palpar tal manipulación, cuando me di de bruces con otro retrato, esa foto que se supone deberían de mostrar al ciudadano, y en la cual, y tras ver el primer debate, sólo se nos intuyó, pues fuimos tan invisibles como ellos.

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