Los nuevos románticos
Abandonad toda esperanza, salmo 515º
La primera vez que supe de José Ángel de Dios García no se llamaba así. Respondía al nombre de Crowley y gestionaba un blog cultural dedicado sobre todo al cine: Tengo boca y no puedo gritar se convirtió, gracias a la afinidad de los gustos de su autor y los míos, en visita obligada cuando aquello de escribir un blog estaba de moda y había que seleccionar muy mucho aquellos que valía la pena visitar con asiduidad. Muy pronto, y como es lógico si tenemos en cuenta su apellido divino, aquella web se le quedó pequeña y creó una publicación digital de contenido afín: La Caja de Pandora se anunciaba como una Revista (sub)cultural de cine y otras artes de carácter monográfico, que bajo epígrafes como "Holocausto", "Drogas", "Made in Spain" o "Políticamente incorrecto" se acercó al cine, la literatura, el cómic y otras manifestaciones culturales de manera reflexiva, rigurosa e independiente. No recuerdo en qué momento su director se puso en contacto conmigo, pero a partir de aquella primera conversación surgieron otras, y acabé publicando sendos artículos -sobre la figura del superhéroe según Grant Morrison y sobre el cómic bélico, con especial atención a la obra de Harvey Kurtzman- en los números 8 y 9, los dos últimos del magazine. Aprovecho la ocasión, por cierto, para agradecerle la confianza ciega en mi persona, porque el nivel de la revista y de sus colaboradores no era ni mucho menos desdeñable.
Lo que sí recuerdo perfectamente es la razón del cierre de La Caja de Pandora: también se le había quedado pequeña a su principal responsable, que no tardó en informarme de forma confidencial de que, además de los libros que publicaba como autor, iba a publicar otros como editor. Es decir: no contento con colocar en las librerías los ensayos Bazinga! (sobre la serie The Big Bang Theory, que ya les recomendé en su día) y Tokyo Connection (sobre cine japonés), José Ángel estaba decidido a llevar hasta las estanterías los libros de otros. O lo que es lo mismo: pensaba embarcarse en una aventura empresarial tan arriesgada como la creación de una nueva editorial. Incluso me llegó a plantear la posibilidad de editar un libro con mis relatos, algo que pese a lo atractivo de la propuesta rehusé amablemente porque invalidaba dichos cuentos de cara a cualquier concurso literario. También pudo deberse, debo confesarlo, a mi poca confianza en cualquier aventura de estas características en los tiempos que corren.
Esto debió de ser allá por finales del 2014 o comienzos del 2015. Hoy, poco más de un año después, mis augurios demostraron ser infundados y esa editorial soñada es ya una realidad: Dilatando Mentes, con sede en Ondara y capitaneada por José Ángel y Maite Aranda, puede presumir de ser la primera editorial especializada en género fantástico de la provincia de Alicante. Por mi parte, y conociendo las inquietudes y las preferencias de su fundador, me atrevería a decir que en este caso la etiqueta de "fantástico" también se le quedará pequeña, y quizá resulte más precisa (aunque lo sea, paradójicamente, por su ambigüedad) la de literatura "de culto" o incluso "contracultural".
De momento, el catálogo de Dilatando Mentes es todavía breve -lógico, han empezado a publicar este mismo año- pero sin duda resulta muy atractivo: el buque insignia de la editorial ha sido un clásico del malditismo como Los Cantos de Maldoror, del Conde de Lautréamont. Es cierto que esta es una obra que puede encontrarse en otras editoriales, pero también es cierto que la propuesta de Dilatando Mentes es que cada uno de sus libros suponga toda una experiencia racional y sensitiva para sus lectores; de hecho, en su web se anuncia como una editorial "para aquellos que saben que un libro es algo más que una sucesión de páginas impresas". Así, en sus volúmenes encontrarán material complementario (ya saben, como los extras de un DVD) como ilustraciones (de momento han fichado a un grande del gremio como Miguel Ángel Martín), prólogos y ensayos de especialistas varios, playlists con las canciones que aconsejan escuchar durante la lectura de la obra o códigos QR que transporten al lector al universo digital en el que encontrar material audiovisual que enriquezca la experiencia lectora.
A este primer volumen de su catálogo se acaban de sumar dos más: El que se esconde, novela de terror de Tony Jiménez; y Babilonia, del escritor de culto Richard Calder (del que tuve la ocasión de leer en su día Malignos, y lo recuerdo como todo un viaje literario). Dos libros de los que espero poder hablarles en breve, y que junto con Los Cantos de Maldoror sus editores presentarán en sociedad el próximo miércoles por la tarde en la librería Pynchon&Co. de Alicante.
Y hablando de emprendedores románticos: si montar una editorial en estos tiempos tan malos para la lírica puede parecer una locura, no lo es menos montar una librería. Sobre todo si se trata de una como Pynchon&Co.: un establecimiento donde lo más importante son los libros. Esto, que podría parecer una boutade, no lo es: los libros han pasado a ser mercancía secundaria en grandes superficies y en cadenas internacionales dedicadas a la cultura del ocio. Algo muy distinto a lo que ocurre en esta nueva librería, cuyo nombre homenajea tanto a la mítica Shakespeare&Co como al autor de El arco iris de gravedad. Creada por Manuel Asín y Telma Bonet y ubicada en la calle Poeta Quintana 37, esquina con calle Segura, Pynchon&Co. se ha convertido gracias a su fórum literario, sus presentaciones y otras actividades librescas en uno de los últimos reductos para los bibliófilos alicantinos. Por lo tanto, si pueden pasarse el miércoles por allí podrán matar dos pájaros de un tiro, y descubrir que ni todos los que publican libros ni todos los que los venden son solo fenicios y mercachifles a los que su mercanía les importa bien poco.
Los Cantos de Maldoror, El que se esconde y Babilonia están editados por Dilatando Mentes.