Cartas al Director

Los perros agitados (Los funcionarios)

Introduzca varios perros en un saco, átelo, agite dicho saco…, los perros nunca le morderán la mano: ¡se morderán entre ellos! Asistimos a tiempos críticos. La tan cacareada crisis nos inunda por doquier y no hay día en el que no nos asalte alguna medida con la que atajarla. La cuestión es que, dentro del abanico de posibilidades que hay para tomar medidas, casi siempre o siempre la cuerda se rompe por el mismo sitio.
Es obvio que el gobierno, cualquier gobierno, va a adoptar aquellas resoluciones que le parecen más fáciles, más rápidas, con menor coste reivindicativo –menor conflictividad, movilización, huelgas…Y es en este contexto en el que el actual Gobierno ha tomado la determinación de congelar pensiones y bajar salarios, fundamentalmente ¿a qué colectivo?: ¡a “los funcionarios”!, esa panda de mangantes que no pegan ni golpe y que todos los meses se llevan su sueldo a casita. Ya está, queda dicho. Sucede que en esa amplia catalogación de sinvergüenzas que viven por y para su sueldo, encontramos un amplísimo coro en el que se mezclan médicos, catedráticos de universidad, jueces, maestros y maestras, profesores varios, empleados de correos, bomberos, enfermeras, ayuntamientos, hacienda… y toda persona cuyo salario depende de lo que comúnmente llamamos “el gobierno”.

No se corte ni un pelo a la hora de despotricar contra los funcionarios y alégrese de que les bajen el sueldo –nos lo bajen– y de esa forma nos vengaremos un poco de su actitud en las famosas ventanillas, en las escuelas, institutos, ayuntamientos, hospitales… Se ha abierto la veda, la caza al funcionario va a ser el deporte nacional. ¿Qué se habrán creído esos gandules? Claro que a estas alturas de la película, el hecho de comentar que en época de bonanza económica ni Dios se acordaba de los funcionarios, y todo iba viento en popa a toda vela del ladrillo y demás mecanos: ¡amnesia pura! Al funcionario, a veces, se le congelaba el sueldo: ¿congelar, ha dicho congelar?, ¡bah!, ¡pamplinas!

Hay una idea que fluye como si hubiera caído del cielo y que dice: “En estos momentos de crisis habrá que apretarse el cinturón, y deben ser los funcionarios los primeros en dar ejemplo”. Original. ¿Oiga y no hay otras soluciones?, como por ejemplo: que se lo aprieten las grandes fortunas, las rentas altas, mayores impuestos al capital y no al trabajo, lucha contra el fraude y paraísos fiscales, chanchullos múltiples y variados de los especuladores, ganancias obscenas de consejeros de bancos, millonarios cuya declaración de la renta les sale a devolver, dinero negro, hacer visibles los billetes de 500 euros… Pero no, hay que obedecer al Fondo Monetario Internacional y aplicar “medidas de ajuste”. ¡Vaya mentira! ¡Cuánta hipocresía! Ocurre que, metidos como estamos en tierras movedizas, lo fácil es recurrir al “blanco débil y tópico”: ¡rebajemos el sueldo a los funcionarios! y la población, en general, lo verá bien. Además los funcionarios, tan recatados ellos y ellas, no harán ruido, no saldrán a la calle, no harán huelga, no, no. ¿Cómo?, si son unos privilegiados.

Miren, cualquier gobernante de tercera regional sabe que si se agita convenientemente a los diferentes colectivos que forman lo que se llama la sociedad, si se agita bien, el resultado será que se insultarán, se reprocharán… ¡se morderán entre ellos! ¿Les va sonando la música que toco? Mi propósito con esta vehemente carta es intentar que no nos mordamos entre nosotros. Piense en este simple ejemplo: supongamos que un bombero está en su cuartel un mes sin hacer ningún servicio, pero, de pronto se produce un incendio y ese bombero que ha estado todo el mes, digamos, parado, se juega la vida por rescatarle de las llamas. La sociedad le paga al bombero, y supongo que le paga muy poco, por salvarle la vida en un minuto de su actividad profesional, porque… la puede perder por usted. ¿Lo entiende? ¿Y un médico, que se deja las pestañas en la operación para taponar su hemorragia interna? ¡Tantísimos ejemplos!

Pero, lo que más me deprime de la situación es que somos los propios funcionarios los que apenas reaccionamos ante semejante atropello. Mi pregunta sería: ¿Cuál es el tanto por ciento de descuento de sueldo que toleraría para hacer huelga? El mío, con el 5%, ya lo cubre con creces.

No seamos como los perros del saco. La mano que nos agita duerme plácidamente.

8 de junio, huelga de funcionarios. Nos vemos.

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