Los problemas se eternizan

Una vez más, nos vemos obligados a tratar a estas páginas el debate sobre el futuro de la plaza de toros, y si la semana pasada anunciábamos que había una empresa dispuesta a concurrir al concurso de adjudicación de la construcción y explotación del centro de ocio y el parking, ésta nos toca hablar de lo contrario, porque la UTE presentada al concurso ha demostrado no estar interesada en la explotación del recinto.
La primera consecuencia que se extrae de ello es que no habrá un proyecto susceptible de ser votado en las próximas elecciones: quienes pretendían convertir los comicios en un plebiscito se han quedado sin proyecto, y ahora anuncian su intención de realizar un nuevo pliego de condiciones capaz de atraer el interés de alguna otra empresa, algo que tendrá que suceder, inevitablemente, después de unas elecciones de resultado incierto para quienes apuestan por este proyecto.
Una segunda consecuencia directa es la constatación de que este proyecto es difícilmente viable, tal y como anunciaron algunos colectivos en su día. Caso contrario, habríamos asistido a una pugna entre empresas dispuestas a construir y gestionar todas las instalaciones que contempla el proyecto, pero lo cierto es que, a la hora de la verdad, ninguna mercantil lo ha visto claro, optando por no arriesgar su capital invirtiendo en nuestra ciudad. Como ya apuntamos la semana pasada, la obligación de conservar la fachada de la plaza ha supuesto una traba insalvable para algunas empresas, que consideran dicha inversión como un agujero negro por donde se esfumaría una parte importante de los beneficios previstos.
Así las cosas, y aunque Vicenta Tortosa se afane en decir que tenemos el trabajo que hemos realizado durante cuatro años, lo cierto es que parte de ese trabajo consiste en un proyecto de viabilidad más que dudoso (y no ha sido precisamente barata su redacción), un folleto publicitario cuya difusión por parte del ayuntamiento ha sido suspendida por la Junta Electoral de Zona y un futuro más que incierto para el coso taurino y para quienes han apostado, sin éxito, por su conversión en un centro de ocio.
En tales circunstancias, no queda más que pedir que se dejen las cosas como están y sean los ciudadanos quienes decidan los nombres de las personas que deberán gestionar Villena durante los próximos cuatro años. El nuevo equipo de gobierno, ya lo sabe, tendrá sobre la mesa un problema que lleva camino de convertirse en eterno, porque, desgraciadamente, vamos a seguir hablando de la plaza de toros durante mucho tiempo.