Abandonad toda esperanza

Los superblockbusters duran todo el verano

Abandonad toda esperanza, salmo 287º
Bueno, lo que duraba tanto en el cuento del maestro de la ciencia ficción Brian Aldiss "Los superjuguetes duran todo el verano" era otra cosa, como ya sabrán los que vieron A.I. (Inteligencia artificial), una de las obras maestras de ese director antes vilipendiado y hoy aplaudido llamado Steven Spielberg. Como ya les comenté en la columna anterior, aunque dudo que se acuerden después de las Fiestas de Moros y Cristianos, Spielberg ha producido Super 8, una de las grandes sorpresas de la cartelera estival, desbancando en taquilla a héroes de cómic, bárbaros, pingüinos y pitufos varios.

De esta cinta se ha dicho que viene a ser un sentido homenaje al cine de los 80 con el que creció un joven J. J. Abrams, su director, y el que un menos joven Spielberg ya producía allá por aquellos años: Los Goonies, Gremlins, El secreto de la pirámide... referencias protagonizadas por jóvenes de los que no están muy lejos los aprendices de cineasta que protagonizan este relato de ciencia ficción con monstruo del espacio exterior incluido, y en el que Abrams parece tomar el testigo de su maestro ahora que Spielberg se dedica a asuntos más serios. Eso sí: la fantasía viene a ser un mcguffin hitchcockiano, pues lo que de verdad importa son las relaciones paternofiliales, el despertar del primer amor y la pasión por el cine y por contar historias. Algo de lo que tanto Spielberg como Abrams parecen saber bastante.

Pero para sorpresa, la que ha dado el otro gran film del género del verano. No me refiero a Cowboys & Aliens, de la que me temo lo peor, ni tampoco a La piel que habito de Almodóvar, de la que no sé qué temerme, y en la que por lo visto el manchego flirtea por vez primera con la ciencia ficción -nunca pensé que llegaría a escribir "manchego" y "ciencia ficción" en la misma oración-... Estoy hablando de El origen del planeta de los simios, que retoma con fuerza inusitada una saga por la que ya nadie daba un duro, sobre todo después de aquel lamentable remake firmado por Tim Burton que ha acabado siendo, al menos hasta hoy, su peor película con diferencia.

Paradojas de la creación artística, quizá lo que hacía falta para resucitar la franquicia era alguien sin personalidad propia ni ínfulas de autor; alguien como Rupert Wyatt, un inglés que solo había realizado un largometraje que nadie parece haber visto, fichado por la productora para dirigir este relato que nos viene a explicar cómo los dichosos monos que le amargaron la vida a Charlton Heston más que ninguna otra cosa (hasta que llegó Michael Moore) lograron convertirse en seres más inteligentes que el ser humano -al menos que la media estadounidense- y acabaron dominando el planeta.

La película esta de los monos no será la panacea que nos vaya a salvar de esa pandemia tan agresiva como el Ébola que vienen a ser los blockbusters veraniegos de la peor ralea... pero, como el film de Abrams, se le parece bastante. Al menos, respeta la inteligencia del espectador y le ofrece un espectáculo sin pausa de principio a fin. Y no me extrañaría que por vez primera nominaran a un actor, en esta ocasión el álter ego de Gollum Andy Serkis, para el Oscar al Mejor Simio Principal. Yo firmo ya por tener un par de pelis como estas el verano que viene.

Super 8 y El origen del planeta de los simios se proyectan en cines de toda España.

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