Los tesoros de Villena. Cincuenta años entre nosotros
El mundo nos contempla. Esta premonitoria frase fue pronunciada por José María Soler al advertir el fabuloso tesoro que acababan de descubrir en el fondo de una perdida rambla, el anochecer del 1 de diciembre de 1963. Junto a sus colaboradores de siempre, los hermanos Pedro y Enrique Domenech, y a la luz de unas improvisadas antorchas que hacían destellear el precioso hallazgo, esperaban a los dos niños que habían mandado a Villena en busca de un fotógrafo que lo inmortalizara in situ y de un coche para transportarlo seguro.
Unos meses antes, a mediados de abril, había aparecido un lote de joyas de oro en el Cabezo Redondo, el yacimiento que estaba estudiando mientras era dinamitado para extraer el yeso de sus entrañas. Eran otros tiempos, desde luego. Poco podía imaginar Soler que aquellas delicadas piezas de oro eran las primas hermanas de otro fabuloso conjunto que esperaba oculto a medio metro bajo tierra y a unos 6 km de allí. Las joyas hoy se exhiben en el Museo como Tesorillo del Cabezo Redondo y también celebra su cincuenta cumpleaños.
Pero, volvamos a la rambla. Los niños, hijos de los hermanos Domenech, cumplieron su cometido y volvieron en coche acompañados por Alfonso Arenas, por aquel entonces primer teniente de Alcalde y principal valedor de José María Soler en sus iniciativas arqueológicas y también por Miguel Flor, a cuya cámara se debe la única constancia gráfica del histórico acontecimiento.
Reconocimiento a Soler
No es objeto de este artículo el relato de los avatares del hallazgo, descrito pormenorizadamente por el propio Soler en una extensa monografía dedicada al Tesoro que, por cierto, ha llevado el nombre de Villena por todo el mundo. La intención de estas líneas es dejar constancia del importante aniversario que se ha celebrado este año.
El descubrimiento del Tesoro de Villena podría considerarse una especie de materialización del reconocimiento a José María Soler por los muchos años de dedicación desinteresada y altruista; de trabajo y de tesón en sus rigurosas investigaciones sobre la historia de Villena. Afortunadamente ese esfuerzo se ha transmitido a través de los numerosos libros y trabajos que publicó y que le hicieron merecedor de una gran consideración en el ámbito científico. Asimismo, se plasma en el Museo Arqueológico que lleva su nombre, considerado como uno de los museos valencianos más importantes, y en la Fundación Municipal José María Soler, que se precia de convocar el único premio de investigación arqueológica de nuestra Comunidad.
En este sentido hay un hecho que me parece destacable, que es la permanencia del Tesoro en el Museo de Villena. De todos es sabido que, poco después de producirse el hallazgo, se personaron en Villena los representantes del Ministerio de Cultura para proceder al traslado del conjunto al Museo Arqueológico Nacional, tal y como era preceptivo en la Administración centralizada de entonces. Sin embargo, en este caso de forma excepcional, el Tesoro se quedó en el Museo de Villena, puesto que la institución había demostrado su solidez tras una trayectoria de más de un lustro en funcionamiento y, por supuesto, con la promesa de las autoridades locales de exhibir tan valiosas piezas en una vitrina con suficientes medidas de seguridad. La gente que vivió los acontecimientos de cerca comentó que fue la estrecha relación entre José María Soler y el Director General de Bellas Artes, Gratiniano Nieto, una de las razones de peso que permitió que hoy tengamos el Tesoro en Villena.
Gran repercusión mediática
Volviendo al descubrimiento que ahora se celebra, es importante destacar la repercusión mediática del hallazgo que fue, lógicamente, enorme. Además de la noticia en la prensa local, provincial o nacional, el evento fue cubierto por el noticiario cinematográfico del momento, el NO-DO, o por revistas internacionales de la talla de Life o Time, por ejemplo.
También es destacada, aunque menos conocida, la repercusión científica del fabuloso conjunto. Baste poner como ejemplo que algunos investigadores lo consideraron el segundo conjunto de vajilla áurea más importante de Europa sólo comparable al de las tumbas de Micenas.
Sobre el origen del Tesoro, la tecnología empleada para su fabricación, su cronología o significado social se ha publicado una extensa literatura. Existen teorías que postulan un origen local, relacionándolo con los hallazgos de Cabezo Redondo y con la elite del poder; otras corrientes convienen en atribuir un carácter foráneo al conjunto, bien Mediterráneo como fruto de posibles contactos comerciales, bien centroeuropeo e, incluso, nórdico a tenor de los paralelos existentes entre los cuencos de Villena con otras producciones de esas latitudes europeas.
Algo similar ocurre con el significado del conjunto, interpretado por algunos como la ocultación de un orfebre o como marca de un territorio por otros, como dote femenina o, también, como ostentación del poder de un individuo o grupo que vive en el Cabezo Redondo y cuyo estatus se hereda. Parece aceptado que los cuencos y las botellas podrían corresponder a una vajilla de tipo religioso o de lujo de uso doméstico; los brazaletes, por su parte, serían objetos de adorno personal y las pequeñas piezas semiesféricas podrían pertenecer al remate de un cetro o de empuñaduras de espadas.
La cronología también es discutida debido, fundamentalmente, a la ausencia de contexto que conlleva una ocultación de este tipo. Todas las argumentaciones se basan en paralelismos tipológicos con piezas o conjuntos que carecen asimismo de dataciones absolutas y que se encuentran en el mismo caso que Villena. Algunos investigadores, entre ellos José María Soler, aceptan como fecha de la ocultación el año 1000 aC. basándose en las semejanzas entre el Tesoro de Villena y el Tesorillo del Cabezo Redondo y en la presencia de hierro como metal atesorable. Esta fecha ha sido aceptada por otros investigadores a la vista de los dos objetos de hierro. No obstante, hay quien establece que la ocultación se fecha a mediados del siglo VIII aC, según los paralelos que se observan entre las piezas de Villena con otras europeas.
Visitantes ilustres
Para resolver todas estas incógnitas es necesario apoyar la continuidad de los trabajos científicos. En mi opinión, las excavaciones anuales que el profesor Mauro Hernández Pérez viene realizando en el Cabezo Redondo pueden ser fundamentales para esclarecer estas cuestiones. También sería interesante, a mi juicio, abrir otros frentes de investigación nunca contemplados hasta ahora, como analizar el ámbar para localizar su procedencia, o estudiar la composición del hierro para conocer la tecnología utilizada en el proceso de fabricación.
Al margen de tan arduas cuestiones, afortunadamente, cincuenta años después nuestros tesoros siguen despertando admiración entre los visitantes, locales y foráneos, que acuden diariamente al Museo. Prueba de ello son las numerosas dedicatorias que se reflejan en el Libro de Visitas donde algunos, incluso, ha dejado constancia gráfica de su asombro. Citaremos como ejemplo por su interés los improvisados dibujos de Mompó, de Benjamín Palencia o más recientemente de la fotógrafa Ouka Leele, otras joyas que también se custodian en el Museo. Sin duda los Reyes de España encabezan la lista de visitantes ilustres aunque ellos lo vieron en Alicante, donde fue trasladado todo el conjunto para tal ocasión. La larga lista continúa con políticos, escritores, artistas y, por supuesto, la comunidad arqueológica en pleno.
De los primeros años no disponemos de estadísticas muy exactas, ahora bien, José María Soler siempre se preocupó de publicar un resumen de las visitas anuales. Con estas cifras más las obtenidas por nosotros desde 1991 podemos decir que desde que fue expuesto en el Museo lo ha visto en torno al medio millón de personas, por lo que podemos decir sin duda que es el recurso turístico-cultural que más visitantes foráneos recibe en nuestra ciudad.
Viajes y exposiciones
El Tesoro se ha desplazado en varias ocasiones. En la mayoría de los casos el objeto era la exhibición en muestras dedicadas a la orfebrería prehistórica. Exponemos a continuación la relación comentada de esos desplazamientos:
- El 18 diciembre de 1964, tan solo un año después de su aparición, fue trasladado a la Diputación provincial de Alicante para que pudiera ser contemplado por Manuel Fraga Iribarne, Ministro de Información y Turismo por aquellas fechas.
- El 16 de marzo de 1970 se trasladó, por Orden Ministerial, a la ciudad japonesa de Osaka. En esta ocasión el motivo era la colaboración del gobierno español en la exposición universal que se celebraba en esa ciudad con una muestra de arte español, desde la Prehistoria hasta la actualidad. El Tesoro de Villena estuvo presente junto a importantes piezas de escultura ibérica Bicha de Balazote, tallas policromadas de los siglos XVI al XVIII y obras maestras de El Greco, Velázquez, Goya y Zurbarán. Retornó al Museo de Villena el 21 de octubre del mismo año.
- El 3 de diciembre de 1976 el Tesoro de Villena se expuso en los salones del Ayuntamiento de Alicante con ocasión del viaje de los reyes don Juan Carlos y doña Sofia por dicha provincia. Las joyas produjeron, en palabras de Soler, una extraordinaria impresión en los monarcas.
- Los meses de julio y agosto de 1991 se expuso en la Casa del Monte de Madrid con motivo de la exposición Orfebrería Prerromana, organizada por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid y la Caja de Madrid.
- Entre 1997 y 1998 la Caja de Ahorros del Mediterráneo solicitó el préstamo de un brazalete y una botella de oro del Tesoro, para la exposición itinerante El Mediterráneo desde esta orilla, que se instaló sucesivamente en Alicante, Murcia, Valencia, y Elche.
- En septiembre de 2000 el Tesoro se trasladó al MARQ (Museo Arqueológico de la Diputación de Alicante), donde permaneció un mes formando parte de los materiales expuestos en la exposición Argantonio rey de Tartessos. Esta muestra fue la primera de las exposiciones temporales del MARQ, con motivo de la apertura al público de este nuevo museo.
- En febrero de 2001 el Ayuntamiento de Villena prestó un lote de piezas del Tesoro de Villena para la exposición Y acumularon Tesoros que tenía lugar en la sala de exposiciones del SIP (Servicio de Investigaciones Prehistóricas) de la Diputación de Valencia. En esta ocasión permaneció mes y medio en Valencia.
Además de los descritos hay que tener en cuenta que actualmente se llevan a cabo préstamos de la copia, réplica exacta del original, de la que existen dos, realizadas poco después del hallazgo en los talleres del Museo Arqueológico Nacional: una quedó depositada en el museo madrileño y la otra en el de Villena. Actualmente está en el Castillo de Santa Bárbara de Alicante, donde también han querido celebrar el aniversario.
Un reto a conseguir
Cincuenta años después el Tesoro ha experimentado pocos cambios, únicamente hay que resaltar la restauración de las tres botellas de plata llevada a cabo en el Instituto del Patrimonio Histórico de Madrid en el año 1999. Este tratamiento es el segundo que recibían las piezas, puesto que José Serrano Martínez las reconstruyó poco después de su hallazgo, dado el mal estado que presentaban, fundamentalmente, las dos mayores.
También debemos congratularnos de la incoación del expediente de declaración de Bien de Interés Cultural, puesto que es el máximo nivel de protección que establece la Ley.
Por lo demás, los dos conjuntos áureos siguen exhibiéndose en la misma caja de seguridad que adquirió el Ayuntamiento para este fin, instalada en el Museo en junio de 1967 y permaneciendo tras la reforma efectuada en las salas en 1985. Por lo que respecta a su exhibición, creemos que es un reto que debe afrontar el Museo en los próximos años y conseguir, con las nuevas técnicas de exposición, iluminación y audiovisuales que existen actualmente, resaltar más y mejor la belleza de los magníficos conjuntos.
Laura Hernández Alcaraz
Museo Arqueológico José Mª Soler