Los verdaderos terroristas
Lo admito: hemos perdido. Quienes creemos en la libertad individual y de empresa, es decir, en la economía liberal y en el sistema capitalista, pero nunca concebidos como un fin, sino como un medio para, mediante una redistribución justa de la riqueza, reducir las desigualdades, dignificar la vida del ser humano y avanzar en la construcción de la paz y el bienestar a través de la justicia social, la educación y la tolerancia, estamos de capa caída. Sí, hemos perdido, porque nos han dejado sin argumentos.
Durante años, nos han hecho creer que la amenaza a nuestro modo de vida venía de Bin Laden, Ahmadinejad y otros chalados similares, cuando resulta que el mayor peligro procedía de Wall Street. Ya podía el presidente Bush, tan aficionado a las guerras preventivas para salvar a Occidente, hacer atacado preventivamente a todos esos bancos, hipotecarias y compañías de seguros mucho antes de que montaran la que han montado, y no intervenir ahora, cuando las pérdidas son multimillonarias y el paro nos devora. Citando un memorable Editorial de El Jueves, ¿por qué llamamos terroristas sólo a los que ponen bombas? ¿Acaso no siembran el terror los ingenieros financieros de los grandes bancos de inversión, que han llevado a medio mundo al desastre? ¿Acaso no es un chantaje en toda regla o me ayudas con dinero público o se desintegra todo el sistema lo que estamos viviendo hoy?
Es tal el estropicio que en los Estados Unidos poco menos que han declarado los Estados Socialistas de América verbigracia, la compra del 80% de la quebrada aseguradora AIG o la nacionalización de Freddie Mac y Fanny Mae, las dos principales hipotecarias estadounidenses, mientras que en España la CEOE (asociación que agrupa a los empresarios, la famosa Patronal) pide al gobierno un paréntesis en el libre mercado para atajar la crisis, lo que dicho en cristiano significa que, cuando gano, es todo para mí, pero que sepáis que las pérdidas se reparten entre todos, como así ha sido: al gobierno español, a los europeos, a la UE, a Estados Unidos les ha faltado tiempo para socorrer a los pobres banqueros, proporcionándoles una ayuda que, por sí sola, habría bastado para acabar de manera definitiva con el hambre en el mundo, aunque para eso nunca hubo ni dinero, ni voluntad ni ganas.
No obstante, entre tantas tinieblas quedaba una rendijita para dejar pasar un rayo de luz, y anda que no hemos sacado pecho bien orgullosos de ser españoles viendo cómo el Banco Santander, aprovechando la coyuntura, se hacía por cuatro duros con un banco en Inglaterra y otro en EEUU, ventajas del libre mercado, un libre mercado que por lo visto es unidireccional, porque Botín puede comprar fuera lo que le plazca, pero como venga alguien aquí digamos los rusos a hacerse con Repsol, nos calzamos la boina de nacionalistas paletos y poco menos que nos transformamos en Agustina de Aragón defendiendo a España. Oiga, Aure dirá más de uno, que la banca es una cosa, pero la energía es otra bien distinta, un sector estratégico que bla-bla-bla. Claro responde el Aure, y por eso hicimos palmas con las orejas cuando Repsol compró la petrolera argentina YPF, que por lo visto no era ni estratégica ni bla-bla-bla. Pandilla de hipócritas.
Y en esas andamos, entretenidos con Bin Laden o Hugo Chávez mientras trabajamos como burros los que podemos para financiar con nuestros impuestos a los verdaderos terroristas, esos que dirigen gobiernos y multinacionales, viven como Dios y no tienen ni puta idea de lo que significa la palabra crisis.