Los viejos rockeros nunca mueren: renacen en Leyendas del Rock
Leyendas del Rock 2018 ha echado el telón tras cuatro intensísimas jornadas y más de 60 actuaciones en una edición marcada, nadie puede obviarlo, por las inevitables conversaciones sobre el futuro del evento, pero ni siquiera eso puede eclipsar otro hecho: que estamos ante un señor festival ante el que solo cabe quitarse el sombrero por su propuesta musical, artística y logística.
Sin contar todavía con datos finales, sí podemos concluir que la afluencia se ha reducido ligeramente entre un 5 y un 10% respecto a 2017, cuando Leyendas del Rock firmó el mejor cartel de su historia, encabezado por Megadeth. No son ajenos a este hecho la proliferación de eventos del mismo estilo, con grandes competidores tanto en Madrid como en Barcelona, así como otras apuestas de Sufriendo & Gozando (el concierto de Iron Maiden en el Wanda Metropolitano el mes pasado), con lo que el público metalero tiene más opciones para elegir, y también los bolsillos más castigados.
En cualquier caso, el festival ha seguido teniendo una respuesta más que aceptable del público, de su público, una gran familia que por encima de estrellas o grandes nombres, sabe que Leyendas del Rock es su fiesta anual, su lugar de encuentro, el festival ecléctico en el que caben todos los estilos y, muy especialmente, grupos y bandas que resultaría muy complicado disfrutar en otro lugar. Y también el festival donde la comodidad y el respeto al cliente están por encima del negocio, algo que se aprecia en gestos que hacen único al Leyendas: la entrada gratuita para niños, la ludoteca, la posibilidad de entrar agua y comida, el precio de sus consumiciones
Si a ello se le suma el refuerzo del personal y el desdoblamiento de servicios como las taquillas, las barras o los puntos de venta de tickets, el cada vez menos improvisado campamento que hay frente al polideportivo, donde las mejoras en sombra, seguridad y servicios han sido muy bien acogidas por los festivaleros, y lo respetuoso que ha sido el clima, sin temperaturas exageradas y evitando la siempre presente amenaza de tormentas, teníamos ya todos los ingredientes necesarios para disfrutar de lo verdaderamente importante: la música.
Una propuesta de 10
En lo artístico, solo cabe quitarse el sombrero ante la propuesta de Sufriendo & Gozando, que cada año da un paso más tanto a nivel técnico mayores escenarios, mejores equipos de luz y sonido, pantallas gigantes, bancos y gradas, comodidades para los puestos de comida y venta, etc. como musical, con una clara apuesta por satisfacer a todos los seguidores de la música heavy, desde la más clásica o melódica hasta las propuestas más brutales.
Resulta imposible repasar pormenorizadamente cada concierto durante las próximas semanas darán buena cuenta de ellos las webs y revistas especializadas, pero nosotros nos quedamos con la reivindicación de la veteranía y el buen gusto. Nightwish aparte, cuya espectacular puesta escena requirió una crónica solo para ellos, fue una gozada poder despedir por la puerta grande a un Rosendo que, consciente de la importancia de la cita, se mostró más suelto y cercano que nunca. Mr. Big, por su parte, enarboló la bandera del hard-rock americano con una actuación soberbia comandada por la santísima trinidad: Eric Martin (voz), Paul Gilbert (guitarra) y Billy Sheehan (bajo), a cada cual más grande. Un día después, los británicos Saxon se reivindicaban con un conciertazo como impulsores de la llamada nueva ola del heavy británico junto a Iron Maiden y Def Leppard. Pese a su edad (más cerca de los 70 que de los 60 en algún caso), regalaron un derroche de energía, simpatía y calidad musical que dejó a los asistentes con la boca abierta. De Inglaterra a Alemania, caímos rendidos a los pies de Doro Pesch y los míticos Warlock, un icono de los 80 a los que les sobran tablas y temas para hacer levitar al personal durante su actuación, para acabar volviendo a California de la mano de W.A.S.P. y su carismático líder Blackie Lawless, maestro de ceremonias de una actuación que arrancó a medio gas para acabar creciendo paulatinamente y regalarnos un fantástico final en el que desgranaron uno a uno, ante un público entregado, sus temas más conocidos.
El denominador común de estas actuaciones: una calidad técnica y un sonido que ha superado en mucho lo que habíamos visto ahora en el Leyendas, que estrenaba equipo de sonido dando un gran salto de calidad y que de año en año mejora la producción en sus escenarios, véase el despliegue de pantallas, recursos lumínicos y pirotécnicos o la presencia de espectaculares atrezzos.
Futuro en el aire
Por lo demás, lo habitual. Las instalaciones del polideportivo son un recinto inigualable para albergar eventos de este tipo, como coinciden en señalar todos los asistentes, pero habrá que esperar para saber si vuelven a acoger un Leyendas del Rock. En años anteriores, hemos cerrado esta crónica hablando de los primeros abonos vendidos para el año siguiente y los primeros grupos confirmados, pero en esta ocasión no ha sido así: difícilmente se pueden vender entradas de un evento que no tiene su ubicación confirmada.
Ahora, lo prioritario es centrarse en que salga todo bien en Rabolagartija, que arranca el jueves, y esperar a que ayuntamiento y promotora decidan sobre el futuro de ambos eventos. Pero por si interesa a ambas partes, el pueblo ha hablado. No es solo que Villena quiera mayoritariamente que Sufriendo & Gozando siga muchos años aquí. Ahora también hemos confirmado que ese sentimiento es compartido por la inmensa mayoría de asistentes al Leyendas del Rock, que están encantados con nuestra ciudad. Ojalá sea por muchos años.