Magia o ilusión
Abandonad toda esperanza, salmo 145º
Según los entendidos hay que saber distinguir a los ilusionistas, que se limitan a realizar trucos de feria, de los verdaderos magos... aunque los incrédulos no verán necesidad de semejante discernimiento. Igualmente, hacia el final de The Wizard of Gore, nueva versión del film de Herschell Gordon Lewis, el mago que interpreta Crispin Glover señala que el talento del prestidigitador está en su capacidad de distraer la atención del público para hacerlo mirar aquello que debe mirar e ignorar dónde se esconde el truco en cuestión.
Algo semejante viene a decirnos William Wilson en El truco de la bala: el protagonista de la novela de Louise Welsh, que como se habrán percatado comparte nombre con un personaje y un cuento (soberbio) de Poe, es un ilusionista que malvive trabajando en clubs nocturnos y arrastrándose de bar en bar. Su experiencia vital, que se complicará cuando acepte robar un sobre durante uno de sus números, sirve a la autora para urdir un fascinante relato de suspense donde, como obliga el espectáculo, nada es lo que parece y en el que la verdadera magia no existe.
Algo bien distinto a los anteriores opina Alan Moore, el guionista de cómics que desde hace lustros se viene autoproclamando mago, y de quien ahora tenemos la oportunidad de descubrir su faceta de escritor de canciones: en The Magical Mistery Moore, que incluye cinco historietas adaptadas de otras tantas composiciones, el autor se revela como el perfecto maestro de ceremonias que nos lleva de la mano desde la llegada a la ciudad del Gran Teatro Egipcio de las Maravillas, la Luna y la Serpiente hasta un futuro deshumanizado que se parece temiblemente a nuestro presente.
Quiera el azar, o quizá sea cosa de magia, que hayan coincidido en el mercado el mencionado volumen y Lost Girls, su obra más ambiciosa en años. En esta, con la inestimable colaboración de su esposa la ilustradora Melinda Gebbie, Moore ha conseguido para el noveno arte lo que no pudo lograr el cineasta Lars von Trier para el séptimo: una obra maestra del género pornográfico que trascienda las convenciones del mismo. Porque en sus páginas todo parece girar alrededor del sexo y de cómo lo entienden las tres protagonistas, que no son otras que Alicia (la de Lewis Carroll), Dorothy (El Mago de Oz) y Wendy (Peter Pan); tres mujeres surgidas de otros tantos libros presuntamente infantiles pero que desde siempre se han mostrado propicios a interpretaciones adultas.
Estamos ante una obra que en ningún momento quiere pasar por real: asumiendo su condición de creación artística y remitiendo a referentes de lo más diverso, del Marqués de Sade a Pierre Louÿs, de Oscar Wilde a Egon Schiele, el autor construye una narración susceptible de muchas lecturas que da a Gebbie la oportunidad de lucirse a cada deslumbrante página. Pero quizás las distintas representaciones del sexo no sean más que el recurso del ilusionista para distraernos del meollo del asunto: la tenue frontera que separa lo real de lo que no lo es, las miserias de la vida cotidiana frente a la grandeza de la imaginación, y el miedo a crecer. O a lo mejor Moore tiene razón, y la magia existe de verdad y es algo tan natural como el sexo.
El truco de la bala, The Magical Mistery Moore y Lost Girls están editados por Anagrama, Edicions de Ponent y Norma respectivamente.