Maldita Rampa
Desde la habitación de mis últimas siete noches de insomnio despierta el día con un bostezo grisáceo que recuerda al que recubre a nuestra Corona. Aquí no se puede hacer mucho, la verdad, más que esperar que abran la puerta, sin permiso, y prestar los brazos, para que hagan juegos de ratón con ellos.
Entretanto no queda otra que enchufar el aparatito que hay colgado en la pared. Entonces te entra esa inocencia infantil que solo vuelve en ciertos momentos de tu vida y piensas que con tus manos, y apretando botones, claro, encontrarás algo que alivie tu tedio. Pero ese lapso dura nada y enseguida comprendes que lo único que contienen tus dedos es el vacío. Bueno, miento, lo que estás haciendo realmente es entrar, sin pasar por taquilla, en el maravilloso mundo de El circo Real.
Aquí la palabra Rampa pierde su significado denotativo, con el que tú habías disfrutado de pequeño, y pasa a significar prueba mediática en el diccionario esperpéntico. Su repetición infinita ha hecho que la odie. Por el tobogán de esta rampa baja la de Infanta. Que bonito término allá por el siglo XVII. No tanto hoy en día, porque esta asociado inextricablemente al de yernísimo, no al de antes, no, al nuevo, y todos conocemos las connotaciones del mismo. Que no pretendemos descubrir ahora nada, y menos bucear en nuestra memoria histórica. Otra palabra muy de Valle-Inclán, que tiene cabida, sin mucho esfuerzo, en ese Circo Real en el que estoy imbuido es Corrupción. Inseparable de sus colegas rampa e Infanta, que por algo la maldita rampa tiene su aquel. ¿La bajará en monopatín o dando volteretas? Ni idea, pero cuanta más azúcar más vítores habrá del público expectante.
Ahora bien, esa palabra ya no es tan fea como la pintaba Valle, ahora se ha recubierto de tules, aromas y sabores monárquicos. Voto porque la saquemos de ese diccionario del absurdo. ¿Usted lo haría, verdad? Todo por una de nuestras princesas, pobrecita. ¿Y el juez? Oiga, usted, ¿qué hacemos con el de la toga? No, a ese que lo echen a los leones del Circo Real. Así sea. Que empiece el espectáculo.