¡Malditos inmigrantes!
No recuerdo si la foto de Franns Rilles Melgar estaba en la portada del periódico, pero sí en el interior. Apareció también en todos los informativos de televisión. No sé si lo que me impactó fueron los titulares del diario o fue la compungida imagen del boliviano con el brazo amputado y arrojado a la basura por sus explotadores en un intento fallido de borrar el rastro del delito.
Masa alimenticia echada a perder por la torpeza del maldito inmigrante que se dejó atrapar el brazo por la amasadora debieron pensar sus presuntos inhumanos e ilegales patronos. ¡Lástima que la máquina no se lo hubiera tragado entero! De ese modo hubiera desaparecido el cuerpo del delito y sin él ¡quién sabe! Es probable que el hecho no se hubiera conocido. ¿O sí se conocía? No este accidente que le seccionó un brazo y que pudo costarle también la vida, sino el hecho de que él y otros compañeros trabajaran sin contrato y con salarios de miseria.
¿Qué sociedad es la nuestra que mientras paga cantidades millonarias a jugadores de fútbol y a altos directivos de corporaciones empresariales, permite que inmigrantes sin papeles trabajen 12 horas diarias por 23 euros sin ningún derecho? Alguien me dirá que es la sociedad del libre mercado que se basa en la ley de la oferta y la demanda, y que las empresas tienen todo el derecho del mundo a realizar las inversiones que consideren más convenientes para sus intereses. O lo que viene a ser lo mismo: extraer el máximo beneficio con el menor coste posible. Y los demás miramos para otro lado, o lo que todavía es peor: creemos que nos quitan el puesto de trabajo.
Deberíamos evitar estas actitudes, si no en aras de la solidaridad, sí al menos por puro egoísmo, pues hoy son los inmigrantes, pero ¿quién nos asegura que mañana no seremos también nosotros o pasado mañana nuestros descendientes?
Fdo. Rosalía Sanjuán Ayelo