Medio Ambiente

Más de 700 primates y felinos esperan ser rehabilitados en Primadomus

En Villena, a lo largo de 20 hectáreas en la sierra de Salinas (entre Alicante, Murcia y Albacete), Primadomus acoge hoy más de cien primates y dieciséis grandes felinos, muchos tras su decomiso en operaciones de tráfico ilegal, tenencia ilícita privada, uso en circos, publicidad, fotografía ambulante o por estar en zoológicos sin condiciones.
El objetivo es la rehabilitación integral para, tras una permanencia media de tres años, su reubicación en un centro con medios adecuados con el fin de que su espacio sea ocupado por otros.

El recinto de Villena, el segundo de AAP Primadomus junto a otro en Holanda, fue el primero español reconocido por CITES (Comercio Internacional de Especies Amenazadas) y fue avalado en 2009 por la antropóloga inglesa Jane Goodall, premio Príncipe de Asturias 2003. En un principio fue abierto como ‘santuario’ -para el retiro de ejemplares maltratados-, pero con el paso de los años se vio que “era necesario un paso más: Pasar a centro de rescate porque en España hay graves problemas de fauna exótica”.

Casi la mitad de los ejemplares son macacos de Berbería (normalmente asociados a Gibraltar), que son “la especie de mamífero más amenazada por el tráfico ilegal en Europa”, y también hay chimpancés, tití común, talapoin, verbet, macaco cola de cerdo, mono ardilla, capuchino y mono azul, así como pumas, leopardos, leones y tigres, en cuanto a felinos. En virtud a convenios con la Dirección General de Comercio, del Ministerio de Economía, y la Guardia Civil, una vez que el Seprona u otra policía europea detecta un animal irregular, se incauta y avisa a AAP Primadomus (Protección y Defensa Animal por sus siglas en inglés), que se desplaza en una ambulancia con una jaula especialmente diseñada por sus cuidadores.

Cuarentena
Una vez en Villena, los animales pasan tres meses en cuarentena para su recuperación física, y después los esfuerzos se vuelcan en su socialización, reintegrándolos poco a poco a un entorno “naturalizado” con congéneres. Llegan excesivamente delgados o con sobrepeso, con problemas digestivos, carencias dentales (por dietas incorrectas) y con conductas “aberrantes”, como autogolpearse o tirarse del pelo, fruto de una existencia anterior demasiado solitaria en unos individuos que, por naturaleza, necesitan relacionarse.

La tenencia de estos ejemplares exóticos es totalmente ilegal salvo en zoológicos que cumplan una larga serie de requisitos, pese a lo cual hay particulares que los tienen y, además, se exponen a severas multas. En estos casos, según Jornet, la historia “es siempre la misma: de bebés son bonitos y tiernos y hay personas que los adquieren como mascotas sin saber que cuando llegan a la pubertad comienza el problema terrible de que empiezan a competir con los miembros del grupo (los que le rodean) para dominar, y para ello tienen comportamientos poco domésticos, como orinar, romper y morder”.

Esta situación frustra al dueño, que suele acabar confinando al animal en pequeñas jaulas o con cadenas, lo que conduce a una existencia “muy desgraciada” del animal, además del problema legal. “Quiero pensar que la gente no actúa por maldad sino que buscan compañía sin darse cuenta de que estos animales no están diseñados para ser mascotas y, por tanto, serán cualquier cosa menos un animal de compañía”, ha insistido antes de alertar de “ciertas modas” que confunden el deseo de tener un perro o un gato “más ‘guay’ o ‘cool'” con un ejemplar exótico no doméstico.

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