Abandonad toda esperanza

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Abandonad toda esperanza, salmo 497º
Aunque en este espacio que me cede El Periódico de Villena siempre intento alternar de manera equitativa cine, literatura y cómic y ofrecer una dieta equilibrada, en las primeras semanas de cada año el séptimo arte adelanta con cierta ventaja al resto. Esto se debe a que es temporada de premios (hace unos días se concedieron los Globos de Oro, y ayer jueves conocimos las nominaciones a los Oscar), y por tanto durante el primer trimestre la cartelera se llena de estrenos interesantes que aspiran a la parte de gloria que todos creen que merecen. Así pues, tras varias semanas en las que al margen del repaso anual hemos hablado poco de cine, a partir de ahora y durante un tiempo sucederá lo contrario. Y empiezo hoy agrupando tres títulos recientes que han recibido premios varios y otras distinciones y que, además, tienen en común el hecho de ser biopics y venir firmados por cineastas que, aun sin parecerme carentes de mérito, no se cuentan precisamente entre mis favoritos. Sin más dilación, vamos con un menú bio que para sí quisiera Gwyneth Paltrow...

Empecemos con el aperitivo: La chica danesa. Es un bocado fresco (se estrena este mismo viernes), y resulta lo bastante suculento como para abrir boca pero no tan contundente como para saciar nuestra hambre del todo. Estamos antes el relato biográfico de Einar Wegener / Lili Elbe, un pintor danés de principios del siglo pasado que, pese a resultar celebrado en su tiempo, ha pasado a la historia no por sus dotes artísticas y sí por ser el primer transexual en someterse a una cirugía de reasignación de sexo; una experiencia que relató en sus diarios personales, testimonio que ha servido de base para la novela homónima de David Ebershoff y para esta película de Tom Hooper. Reconozco que le tenía una cierta manía al oscarizado director de la también oscarizada El discurso del rey, porque aquella fue una cinta que parecía milimétricamente construida para arrasar en los premios de la Academia (algo que, como pueden deducir, logró); tanto es así que ni vi aquel film ni tampoco su siguiente trabajo, Los miserables. Pero la curiosidad que me despertaba el tema tratado y sobre todo los elogios que todo el mundo le concedía a su pareja protagonista, los ascendentes Eddie Redmayne y Alicia Vikander (esta en la piel de Gerda, la esposa y también pintora), logró que diera mi brazo a torcer y le concediera una oportunidad a su nuevo film. ¿Mi veredicto? Que se trata de una película muy a tener en cuenta, con un ritmo quizá cadencioso en extremo pero que se transforma en una experiencia emocional que acaba calando en el espectador, y que gana en el recuerdo conforme pasan los días. Ahora bien, también es cierto que uno tendría que ser un realizador muy torpe como para fastidiarlo todo contando con dos actores como los citados -él podría repetir estatuilla tras encarnar a un joven Stephen Hawking, pero es que ella se sale tanto o más que su compañero- y con un equipo técnico de semejante valía: magnífica la partitura de Alexandre Desplat, de una belleza arrebatadora la fotografía de Danny Cohen, y espléndido el vestuario del español Paco Delgado, todos ellos ya nominados al Oscar por los trabajos anteriores del director.

Seguimos con el plato principal: Steve Jobs. Un alimento más que suficiente para saciar nuestro apetito de buen cine, y cuya receta aglutina a un guionista, un director y un actor de renombre los tres. Su realizador es Danny Boyle, del que curiosamente lo he visto todo menos la película que triunfó en los Oscar (Slumdog Millionaire) y que le valió su correspondiente estatuilla... y del que ninguno de sus trabajos me parece redondo, aunque reconozca la agradable frescura de sus primeros filmes, sobre todo la popular Trainspotting (de la que prepara secuela). Su protagonista es el imparable Michael Fassbender, que ofrece aquí, en el mismo año en el que también ha sido el nuevo Macbeth, un recital interpretativo repleto de matices y donde se ve acogido por un reparto compacto en el que destacan un soberbio Jeff Daniels y una (como casi siempre) excelente Kate Winslet. Y el tercero en discordia es el guionista Aaron Sorkin, para el que esto firma verdadero genio en la sombra del film (y lo demuestra que un fanático de David Fincher y Christian Bale como servidor no haya echado de menos a estos, director y actor inicialmente previstos para el proyecto): los cinéfilos de mi generación descubrimos el talento de Sorkin para los diálogos mucho antes de que escribiera los de las series El ala oeste de la Casa Blanca y The Newsroom, cuando en 1992 adaptó para la gran pantalla su obra teatral Algunos hombres buenos (en un film cuyas líneas, se lo aseguro, me sé de memoria). Después llegarían La red social -que le valió el Oscar- y Moneyball, en una carrera que alcanza su cénit con este biopic del malogrado fundador de Apple, al que retrata como la versión mejorada, 2.0 si se quiere, del Sheldon Cooper de The Big Bang Theory: una víctima del Asperger (el síndrome de los genios informáticos, según dicen) elevado a la enésima potencia. Y sí: un genio, como genio me parece un Sorkin que vuelve a demostrar que ha analizado hasta la extenuación los parlamentos de Shakespeare y que gracias a ello ya se ha llevado el Globo de Oro al mejor guion del año. También debería llevarse el Oscar... de no ser porque no ha sido ni nominado. Parafraseando a Obélix: están locos estos académicos... En resumidas cuentas: una lección de cine, y si quieren de literatura, que demuestra el alcance de la palabra y lo ilimitado del arte cinematográfico... aunque siempre habrá algún mentecato que diga que parece "teatro filmado".

Y terminamos con el postre: Joy. Si hay un director actual que me parezca incomprensiblemente elevado a los altares, ese es David O. Russell, que aquí, y después de El lado bueno de las cosas y La gran estafa americana, nos ofrece otro retrato de la sociedad estadounidense a partir de una serie de personajes concretos asociándose de nuevo a los actores Jennifer Lawrence y Bradley Cooper; pero si a este le reserva un papel de mero comparsa, la primera se convierte en la protagonista absoluta de la función: Joy Mangano, la inventora de la mopa extensible y posterior reina de la teletienda estadounidense. Enésimo relato agridulce a propósito de alguien que acaba logrando alcanzar ese sueño americano con el que todos sueñan pero muy pocos llegan siquiera a acariciar, en él la Lawrence ofrece un trabajo más que competente arropada por un excelente reparto donde no faltan el también reincidente Robert De Niro y tres actrices veteranas, todas ellas espléndidas aquí: Virginia Madsen, Isabella Rossellini y Diane Ladd. Poco más de interés encontrarán en la cinta, y por eso la he dejado para el postre: si te da tiempo, te quieres dar un capricho y te puedes permitir alegremente el dispendio, adelante... A nadie le amarga un dulce. Pero si no, por la razón que sea, pues tampoco pasa nada.

La chica danesa, Steve Jobs y Joy se proyectan en cines de toda España.

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