Mercenarios
Abandonad toda esperanza, salmo 166º
Suele decirse que ya está todo inventado, y que lo único que pueden hacer los escritores -los buenos, se entiende- es reformular lo ya contado y hacer que parezca nuevo aportando su estilo personal, su oficio curtido por la experiencia y su intransferible mirada al mundo que les rodea.
El argentino Carlos Trillo, del que no me canso de recomendar Chicanos, está considerado como uno de los mejores guionistas de historieta en lengua castellana. Y no le ha impedido alcanzar semejante estatus el ser un mercenario de las letras, que trabajó al servicio de un gran emporio editorial (¿recuerdan la añorada factoría de Josep Toutain?) y que recicló novelas propias firmadas con seudónimos anglosajones -por aquello de que pasaran por más auténticas- en tebeos que son ya clásicos del medio.
La novela Trampa para ratones se convirtió en Light & Bold, una sarcástica y genial revisitación de La Bella y la Bestia en clave noir, una trama de espionaje con agentes de la CIA y gángsters que, destilada, se convertía en una historia de amour fou entre un matón de proporciones titánicas excepcionalmente dotado (y no solo en el arte de matar, y a buen entendedor...) y una bella agente entrenada para mostrarse insensible tanto al dolor como al deseo. Todo ello servido de la mano de los excepcionales lápices de Jordi Bernet, con el que Trillo también colaboró en Clara de noche, y de un narrador cínico y malhumorado que se rebela una y otra vez contra su propia creación renegando del rumbo que el relato va tomando.
Otro de los libros que Trillo no firmó con su auténtico nombre, Círculo mortal, acabó dando pie a La gran patraña, para el que esto firma un clásico del tebeo de género del siglo pasado. Con dibujos de Cacho Mandrafina, este relato a ratos también metaliterario aúna elementos en principio tan apartados entre sí como la narrativa negra y el realismo mágico de la literatura latinaomericana, bebiendo de fuentes tan variopintas como la obra de Dashiell Hammett -el tebeo se tituló en principio Cosecha verde como rendido homenaje al padre del género- y los libros de Gabriel García Márquez.
Y volviendo al principio... El único recurso que nos queda para encontrar huellas de un arte verdaderamente genuino es revisar las obras primitivas, y ni aun así: si leen las tiras de Dick Tracy de Chester Gould, que ahora se recuperan para solaz de los amantes del cómic, comprobarán que ni aporta nada nuevo en cuanto a la narración secuencial -todavía faltaba casi una década para el debut del Spirit de Will Eisner-, ni tampoco en lo referente al género, pues se inspira tanto en la novela hard boiled clásica como en el cine negro del que es coetáneo. Pero no por ello deja de ser una auténtica gozada.
Ah, además de Dick Tracy, pueden encontrar sin dificultades Light & Bold en una bonita y necesaria reedición. No así La gran patraña, una obra agotada que duerme el sueño de los justos. ¿Para cuándo esta obra maestra de la historieta de nuevo disponible en los anaqueles de las librerías?
Light & Bold y Dick Tracy están editados por Glénat y Norma Editorial respectivamente.