México está que arde
Abandonad toda esperanza, salmo 244º
Cuando mi hermano volvió del viaje de novios a México me trajo como recuerdo una estatuilla propia de la cultura maya, que muchos deberían confesar descubrieron, como yo, leyendo La caja de Pandora de Superlópez. La tengo colocada sobre la puerta de mi casa esperando me traiga buena suerte... aunque, qué quieren que les diga, su mirada inexpresiva me da muy mala espina; quizá se deba a que los noticiarios nos han descubierto un país más allá de las rancheras de Rocío Dúrcal y Bertín Osborne, una nación convulsa donde las decapitaciones de los señores de la mafia están a la orden del día. Algo huele a podrido en México, que diría Shakespeare.
Uno de los nombres más interesantes de su narrativa actual es F. G. Haghenbeck, que puede presumir de ser el único mexicano que ha escrito guiones de Superman y de haber creado al único detective beatnik del que tengo noticia, el protagonista de la ya recomendada Trago amargo. Si me hicieron caso y la disfrutaron no deberían perderse Aliento a muerte, en la que viajaremos al México de finales del XIX, un imperio a punto de dejar de serlo poblado por una fauna de freaks que no desentonarían en una película de Fellini o Jodorowsky. Más cercana al western que al género negro, la novela me lleva a fantasear con que si alguna vez Buñuel hubiera filmado una película del Oeste en Hollywood podría haberle salido una cosa bastante parecida.
A Haghenbeck le podrán dar todos los premios literarios de su país, pero a buen seguro el Ministerio de Turismo no le concederá ninguna medalla a la promoción del mismo; tampoco se la darán al vasco Erlantz Gamboa, que no es mexicano pero que lleva allí tantos años que es como si lo fuera. Así lo demuestra en Caminos cruzados, un trepidante relato, este sí negro, donde pone a medio cuerpo de Policía a la caza de dos asesinos en serie cuyos respectivos destinos parecen estar íntimamente unidos; y lo hace permitiéndose el lujo de reunir en una misma novela a tres agentes de la ley (el gordo Carvajal, la federal Marcia Valcárcel y el teniente Arturo Palacios) que merecerían cada uno una serie para él solo.
Otro personaje que reclamaba a gritos más atención era Machete, protagonista del trailer falso -anunciaba una película inexistente- que precedía a Planet Terror. Ahora el director de aquella, el también mexicano Robert Rodriguez, decide hacer la película y ofrecerle al eterno secundario Danny Trejo un regalo de lujo: el de encabezar uno de los repartos más marcianos de los últimos tiempos, que reúne en un solo film a señoritas como Jessica Alba, Michelle Rodriguez o Lindsay Lohan con Robert De Niro, Steven Seagal y Don Johnson. Ahora que lo pienso, quizá el papel de señor de la droga no debió hacerlo Seagal sino la Lohan durante alguno de sus permisos carcelarios... Sin ser nada del otro jueves, la cinta da lo que prometía: explosiones, chicas guapas y diálogos sentenciosos. Pero, sorprendentemente, resulta tan política como el cine de Oliver Stone o Michael Moore, y detrás de todo ese ruido y furia gratuitos no es difícil ver un fuerte tirón de orejas a la política más conservadora de Estados Unidos en temas de inmigración: los republicanos más recalcitrantes se verán reflejados en el senador racista y el sheriff corrupto que abogan por poner una valla electrificada en la frontera con México. En verdad por allí la cosa está que arde... hasta en el cine de evasión.
Aliento a muerte y Caminos cruzados están editados por Salto de Página y Rocaeditorial respectivamente; Machete se proyecta en cines de toda España.