¿Mi hijo? ¡No! (Carta al director)
En vista a la polémica desatada tras un artículo publicado hace unos días, en el que un joven denunciaba la actitud prepotente de la Policía local, me veo obligada a responder a todos esos padres que ven necesaria este tipo de actuaciones de la mano de las autoridades públicas.
No quiero aventurarme, como madre de dos niños pequeños (aún) ya que como dice el sabio refranero "de todo lo que se habla se peca", y claro, no me gustaría tener que morderme la lengua cuando mis hijos se conviertan en los reyes del disfraz, cual Mortadelo de antaño, y salgan de casa vestidos de corderitos y al pisar el asfalto luzcan unos cuernos dignos de Lucifer. A lo que voy, aquí todo el mundo culpa a alguien, leo muchos comentarios aludiendo la culpabilidad de policías y jóvenes vándalos, pero todos evaden sus responsabilidades, y al final la casa sin barrer.
Es muy fácil culpar a los adolescentes por su comportamiento irrespetuoso y su insumisión generalizada, pero normalmente detrás de cada uno hay una carencia educativa que nadie se cuestiona. Desde una perspectiva que no me favorece demasiado por mi condición de madre, opino que lo que los chavales hacen o dejan de hacer hasta que alcanzan una madurez mental (que no quiero decir los 18 años) compete a los padres, y no a los maestros, ni a la Policía, ni a Rita la cantaora. Y bueno, si mal me parecía que la Policía tratara a un joven como a un delincuente mayor, peor me parece que los padres eludan sus responsabilidades.
Así que empecemos por educar a nuestros hijos para que no se conviertan en adolescentes camaleónicos y dejemos de buscar culpables por este tipo de conflictos menores, que a fin y al cabo, tirar una valla no deja de ser una chiquillada.