Mi vida es un ahogado zumbido interior en medio del silencio de la noche
Llego al edificio a las doce de la noche. Me cambio de ropa en el cuarto de limpieza. Preparo el carrito y salgo al pasillo de la primera planta. Mi trabajo consiste en limpiar tres plantas con veinte despachos y treinta cubículos y ocho aseos y una docena de salas de diferentes usos como reuniones o tomar café o archivo. Nunca he querido trabajar con compañeras. Prefiero trabajar sola.
El silencio y la soledad son mi territorio. Cuando llego al edificio y me encuentro con algún empleado que todavía está terminando un informe o un balance urgente, me siento incómoda, y hasta que no se marcha siento una inquietud desdeñosa. Pero generalmente no hay nadie cuando llego, y puedo dedicarme a mi tarea en esta empresa financiera. Les gusta que todo esté insípidamente limpio y que parezca un lugar asépticamente decente. [Pausa.] Hago esto ocho horas al día, seis días a la semana, desde hace treinta años. Nunca he querido vacaciones. Mi vida es un ahogado zumbido interior en medio del silencio de la noche. La mayoría piensa que soy sordomuda. Me miran como si tuviera alguna enfermedad infecciosa. No me gusta hablar. No tengo familia. Vivo sola desde que mis padres murieron en un accidente, hace casi veinticinco años. Duermo por las mañanas y estudio por las tardes. Realizo mis estudios a distancia y por internet. Tengo cinco carreras. La penúltima que terminé fue Filosofía y Letras; la última, Económicas. Ahora estoy terminando un doctorado en dirección de empresas. Si dejas que el conocimiento te inunde, aprender es como si la luz te arrasara. Ves cosas que antes no hubieras imaginado que existían. Desde hace unos meses he tomado decisiones respecto a mi futuro. Nunca antes había pensado en mi futuro. Solamente me importaba que los días se repitieran, como en una rueda perfecta que no debía conducir a ninguna parte. [Pausa.] Pero desde hace unos meses he cambiado mi rutina de trabajo para adaptarla a nuevos intereses. Llego a las doce de la madrugada y realizo mi trabajo un poco más deprisa que antes. Le gano ocho minutos a cada hora, de modo que completo mis tareas más o menos una hora antes que de costumbre. Después voy al despacho del director general y me siento en su sillón. Tardé varias semanas en averiguar la contraseña de su ordenador, pero ahora puedo ver todo su trabajo y toda la información de la base de datos central de la empresa. Es como ver el mundo por el catalejo del capitán de un barco pirata. Hay tantas maravillas y tesoros ahí, al alcance de la mano si tienes los conocimientos pertinentes y dominas el lenguaje apropiado, que no he podido resistirme a realizar algunos cambios. [Pausa.] En fin, pronto la empresa se desplomará como un castillo de cuento levantado con simples naipes, y la ola expansiva asolará los bancos y las bolsas y las casas de empeños de todo el mundo, y todos los recursos concentrados en grandes y avariciosos búnkeres financieros por el hambre omnívora de expolio corrupto de bancos y gobiernos usureros fluirán en todas direcciones sin control creando un caos planetario, y todo se detendrá, y la naturaleza se rascará el picor del ser humano con un diluvio universal que anegará los continentes, y yo observaré el desolado horizonte de agua desde mi humilde arca mientras navego sobre un océano interminable en dirección a ningún sitio.