Miedo y asco
Abandonad toda esperanza, salmo 318º
Lo primero que supe de Hunter S. Thompson fue que había cometido la osadía de acudir a un hotel repleto de fuerzas policiales, y donde se celebraba una conferencia nacional de fiscales de distrito sobre estupefacientes, con el maletero del coche lleno de cocaína, ácido, mescalina y pastillas de todos los colores. Cuando te enteras de eso siendo un adolescente -y ese fue mi caso, a comienzos de los 90, si no recuerdo mal en las páginas de aquella extraña revista llamada Co & Co-, no puedes sino acabar considerando a alguien así uno de tus gurús espirituales. Años después volvería a encontrarme con Thompson de la mano de Terry Gilliam, el único norteamericano de los Monty Python, que en su versión cinematográfica de Miedo y asco en Las Vegas me enseñó aquellas mismas correrías que había leído años atrás, pero ahora con Johnny Depp, admirador confeso de Thompson, transformado en un álter ego clavadito a su ídolo.
Todo esto viene al hilo de que ahora mismo tienen en cartel Los diarios del ron, adaptación de la única novela de Thompson publicada hasta la fecha, y calificada por él mismo como "la gran novela puertorriqueña". El film, de nuevo con Johnny Depp dando vida al sosias literario del autor, está dirigido por Bruce Robinson, del que no sabíamos nada desde hace veinte años, cuando firmó aquel estupendo thriller titulado Jennifer 8. Lamentablemente su último film resulta ser una adaptación digna pero algo insulsa a la que le falta la garra y el mordiente que caracteriza la prosa de Thompson; de hecho, Paul Kemp, el personaje al que da vida Depp, parece carecer del ingenio del autor y muchas veces parece condenado a responder a un estereotipo: el del escritor fracasado y alcohólico que no es capaz de plasmar sus ideas sobre la página en blanco. Un trabajo demasiado académico a partir de uno de los escritores menos académicos del siglo XX.
Por tanto, si les interesa la obra de este inconformista, sería mejor que hicieran por ver (está editado en DVD) el documental Gonzo. Vida y hazañas del Dr. Hunter S. Thompson, con lecturas de textos del autor por, oh sorpresa, Johhny Depp, y en donde el realizador Alex Gibney realiza un completo retrato de la vida y milagros del enemigo más encarnizado de Richard Nixon, consiguiendo que un episodio como el del fracaso del rival de este, el demócrata McGovern, nos mantenga en vilo cuando a estas alturas nos la debería traer al fresco.
Y, por supuesto, lean a Thompson. El grueso de su obra está publicado por Anagrama: es el caso de la novela que ha inspirado el film y también el del reciente El escritor gonzo, que reúne su correspondencia escrita entre 1955 y 1976. Incluye sus cartas de aprendizaje, que reflejan la estancia en Puerto Rico y dejan testimonio de su relación epistolar con figuras como Tom Wolfe, Ken Kesey o muy especialmente William J. Kennedy, a cuyas órdenes trabajó en el San Juan Star tal y como refleja la película que nos ocupa, y que años más tarde ganaría el Pulitzer con su novela Tallo de hierro. Esta antología epistolar, pese a su naturaleza de no ficción, puede leerse como una suerte de bildungsroman novelesco, en la medida en que Thompson hizo de sí mismo un personaje al que interpretó hasta sus últimas consecuencias, cuando con 67 años de edad, el 20 de febrero de 2005, se pegó un tiro en la cabeza.
Los diarios del ron se proyecta en cines de toda España; El escritor gonzo está editado por Anagrama.