Como ya es costumbre en esta casa, la última columna del presente 2022 la dedicaré a repasar el mejor cine visto a lo largo del año, pero lo que les propongo hoy es un (doble) recorrido nada menos que por toda la trayectoria histórica del invento de los hermanos Lumière (es un decir) a través de un par de libros de esos repletos de información y fotografías, y que por tanto resultan ideales para regalar en estas fechas navideñas -un tema este de los regalos sobre el que volveré en las próximas semanas- a ese familiar o amigo cinéfilo que no sabe hablar de otra cosa que no sea de películas.
La primera recomendación de hoy es la de un viaje tan fascinante como el que propone Javier Mateo Hidalgo en De la llegada en tren a la salida en caravana: nada menos que una antología de ciento veintiséis hitos de la historia del cine comentados pormenorizadamente, a razón de uno por año, desde su nacimiento oficial hasta el año pasado. El título del volumen alude tanto al principio como al fin de esta odisea por el celuloide y el digital: de los albores del cinematógrafo con La llegada de un tren a la estación de La Ciotat de los Lumière (aunque del año anterior se comenta su también emblemático cortometraje El regador regado) a las caravanas de la oscarizada Nomadland de Chloé Zhao (si bien se permite un epílogo dedicado a la maravillosa, y también premiada por la Academia, Drive My Car).
En cada uno de estos capítulos, este docente, divulgador y poeta madrileño se dedica a glosar los aspectos más interesantes en cuanto a la evolución de la gramática fílmica y la construcción de la historia del cine, repleta de relecturas, reescrituras y actualizaciones, a través de títulos y cineastas tan fundamentales como, por citar solo algunos, Viaje a la luna de Méliès, las superproducciones silentes de D. W. Griffith, El chico de Chaplin, Un perro andaluz de Buñuel, M, Freaks, Ciudadano Kane, Casablanca, ¡Qué bello es vivir!, Ladrón de bicicletas, Cuentos de Tokio, Vertigo, Blow-Up, 2001, Taxi Driver, El hombre elefante, El sur, Pulp Fiction, Million Dollar Baby, Zodiac o Parásitos. Pero también deja espacio a descubrimientos (sin duda lo serán para algunos lectores) como -al margen de muchos filmes mudos dignos de un encomiable rescate- El cuervo de Clouzot, Soy Cuba, El contrato del dibujante, El arca rusa, Revolutionary Road o Carol. De este modo, el resultado de la propuesta de Mateo Hidalgo es una gozosa y muy personal Historia del Cine que hay que leer y disfrutar al mismo tiempo que se buscan y se ven o se vuelven a ver las ciento veintiséis películas de las que se habla.
También supone una visión bastante particular de este siglo y pico de películas la que proponen Olivier Bousquet y Arnaud Devillard en su Atlas del cine: aproximarse a un sinfín de títulos relevantes de la historia del séptimo arte aludiendo especialmente a los lugares en los que transcurre la acción, ya sean estos escenarios naturales, recreaciones en estudio o espacios generados por ordenador. Del majestuoso Monument Valley que tantas veces hemos visto en los westerns de John Ford al lejano planeta Tatooine de Star Wars, pasando por el Nueva York más idílico de Woody Allen y el menos idílico de Martin Scorsese, el París de postal de Amélie, el peligroso y explosivo Rio de Janeiro de Ciudad de Dios, la sugerente Roma de Caro diario o el Madrid tan cotidiano como pop de Pedro Almodóvar.
Esta “vuelta al mundo en 360 películas”, de Nosferatu de F. W. Murnau a la citada Parásitos, está organizada por continentes: empieza por un espacio tan heterogéneo como Estados Unidos y Canadá, con filmes como Hacia rutas salvajes, La red social o la espléndida Érase una vez en... Hollywood; sigue con Latinoamérica, “un continente de extremos”, y títulos como La costa de los mosquitos, El salario del miedo o la inolvidable La misión; prosigue con la vieja Europa y cintas como El cielo sobre Berlín, Stromboli o la reivindicable Rojo oscuro; continúa en África y Oriente Medio, donde se comentan películas como Distrito 9, El paciente inglés o la estupenda Argo; acto seguido viajamos a los vastos territorios de Asia gracias a Slumdog Millionaire, Indochina o la imprescindible Apocalypse Now; y terminamos con “los paraísos perdidos” que son Oceanía y la Antártida, tal y como demuestran cintas como El piano, Rebelión a bordo o mi amada La cosa. Como ven, estamos ante un atlas con todas las de la ley, profusamente ilustrado y lujosamente editado, y que no solo despierta las ganas de ver películas, sino también las ansias de viajar a los lugares que aquellas muestran y que en muchas ocasiones han inmortalizado en nuestro imaginario común.
En resumidas cuentas: estamos ante dos verdaderas joyas bibliográficas que no pueden faltar en la biblioteca de cualquier aficionado al cine que se precie de serlo; dos obras repletas de descubrimientos y sugerencias que, como estos mismos volúmenes que los alojan y los libros y los cómics que les comentaré a partir de la semana que viene, pueden entenderse perfectamente como recomendaciones para disfrutar uno mismo y/o regalar a los seres queridos... Sobre todo ahora, que se acerca un período de vacaciones navideñas ideal para quedarse en casa y a resguardo de las inclemencias del tiempo, con ese frío que tanto ha tardado en llegar pero que parece ya está aquí al fin.
De la llegada en tren a la salida en caravana: 126 hitos de la historia del cine (1895-2021) y Atlas del cine están editados por NPQ Editores y Blume respectivamente.