Nene ¿de qué nos borramos para pasar el mes?
Maldita sea la hora en que firmamos la hipoteca. Por culpa del director y de mi cuñada Angustias ahora estamos con el agua al cuello. Ante una pila de recibos encima de la mesa, haciendo dos montones. Uno para seguir pagándolos y el otro para borrarnos antes de que llegue final de año.
Reconozco que estaba hasta el moño de que en todas las comidas familiares mi cuñada se hinchara como un pavo con la decoración de su piso nuevo de la Corredera, el pedazo de coche comprado a su nene y la súper-chachi-tele de plasma que se había puesto en el salón. Todo comprado con la hipoteca al euribor más 0,50 que le habían dado en el banco. Insoportable.
Nosotros (mi Manolo, una servidora y mis dos nenes) siempre hemos vivido de alquiler en Las peñicas hasta que nos encaprichamos al ver un cartel que anunciaba la venta de pisos en un solar del centro. Hablamos con el constructor y nos convenció porque la entrada era muy baja, luego, mientras construían, pagábamos al mes muy poco y al final tendríamos una hipoteca al euribor ese con unas cuotas muy bajas durante treinta años. Todo muy bonico.
Y como la Angustias lo había hecho y como a mi me hacía ilusión y como sumando la nómina de Manolo con las horas extras y lo que yo me sacaba de los zapatos y como éramos muy felices y comíamos perdices pues sacamos cuentas, hablamos con el director del banco, nos dijo que nos daría la hipoteca y firmamos.
Empezamos a pagar, pagar y pagar, hasta que terminaron el piso, pero como estábamos algo mojamas el director (muy buena persona) nos ofreció hincharnos un poco la valoración y nos dio una hipoteca con la que pagamos al constructor, al tasador, al Notario, al Registrador, al de los muebles y al de los electrodomésticos (muy buena persona también) que nos vendió una tele mucho mas grande que la de mi cuñada, que cuando la vio estuvo a punto de que le diera un paralís.
Han pasado tres años desde entonces. Mi cuñada se ha comprado una tele más grande que la nuestra y ahora aquí estoy, haciendo separación de recibos Primero perdí lo que ganaba con los zapatos porque dejaron de sacar faena a la calle. Ahora le han quitado las horas extraordinarias a Manolo para dejarlo con el jornal pelao. Súmale a esto que no hay manera de encontrar un puesto de trabajo, que los chiquillos están estudiando y, lo peor, que el euribor ese ha subido y ya tengo la hipoteca en 750 euros al mes.
La cosa empeora por momentos. Debemos dos recibos de la hipoteca. Así que le he dicho a Manolo que tenemos que reducir gastos y por eso estamos aquí sentados en la mesa camilla decidiendo que el año que viene nos vamos a borrar del gimnasio, del Ono, de los Cazadores, de la Asociación de Vecinos y los chiquillos se quedarán sin música, sin inglés y sin la Play. Pero con todo, las cuentas no nos salen, así que estamos pegándole otra vueltecica a los recibos para ver si podemos pagar la hipoteca, la luz, el agua, el teléfono, la gasolina, los seguros y llenar los carros de la compra.
Y mientras mi familia está en la bancarrota, en la tele, la radio y los periódicos nos despistan y entretienen con la refundación del capitalismo de Zapatero, con la llegada de Obama, con la crisis del Real Madrid, con el papelico que falta para el derribo de la plaza de toros, con la pelea Ripoll- Fenoll (que digo yo que acabando ambos en oll bien merecen un ripio) o con el duelo Aureliano - Ernesto (estos dos no riman pero merecerían un tórrido soneto dada su condición de insignes poetas locales en acalorada discusión digital) ¡¡menuda tropa!!
He decidido que seguiremos en la Asociación de la Virgen porque siempre será mejor estar al corriente de las cuotas con la Morenica, por si nos da un jamacuco y tenemos que rogarle favores. Y mi Manolo, con las lágrimas llegándole hasta el mentón y los mocos colgando me sale por el pasillo diciéndome que se borra de Moro, que vende el traje en Radio Villena y que ya no sale nunca más ahora sí que nos han dado la puntilla. Jodío euribor, mísera hipoteca.
Nota: Escrito en un día pesimista después de hablar una hora con, digamos, la Pepi.
Fdo: Rafael Román García