Netflix + Marvel
Abandonad toda esperanza, salmo 492º
A Virgilio, uno de esos "buenos amigos"
Al contrario que muchas otras personas, entre ellas algunos buenos amigos míos, yo nunca he sido partidario de pegarme sesiones de varios episodios de series televisivas. Y si por lo general me opongo a estos maratones se debe, además de que uno se puede saturar y acabar hasta el moño de los protagonistas del serial en cuestión, a que se vulnera las características naturales de este tipo de relatos, concebidos para ser degustados con calma y con recursos narrativos -como los cliffhangers- que pierden toda razón de ser ante el uso y abuso indiscriminado e irracional de los espectadores más ansiosos. Pero hete aquí que el pueblo es soberano, y con sus nuevos modos de consumo ha dado pie a que se generalice no solo a una nueva forma de ver series, sino también una nueva forma de producirlas: una concepción del serial televisivo según la cual los propietarios de los derechos del producto ofrecen todos los capítulos de una vez y por tanto los responsables creativos del mismo son conscientes de que el espectador los consumirá al ritmo que su tiempo libre y/o su apetito de ficción le marquen.
Esta forma de consumir televisión ya tiene verbo propio en el ámbito anglosajón: binge-watching, atracón de la vista, y aunque se creó en los ya lejanos años noventa a partir de la edición de temporadas completas de series en formato doméstico (esto es, en DVD), ha cobrado nuevo sentido y un mayor auge gracias a las actuales plataformas digitales. Y si hay una pionera en esto de apostar por el binge-watching, esa es Netflix, que acaba de aterrizar en España rodeada de dudas generadas más por la picaresca nacional y la apuesta generalizada por la piratería que por sus supuestas carencias.
Si no me equivoco, fue la prestigiosa House of Cards la primera producción de Netflix que apostaba por este formato: el 1 de febrero de 2013, todos los episodios de la primera temporada de la serie creada por David Fincher estaban disponibles en la plataforma. En la actualidad, justo en el momento en que Netflix desembarca en nuestro país, y tras propuestas como Orange Is the New Black, la reciente Sense8 o continuaciones de series canceladas en otras cadenas (caso de The Killing o la muy recomendable Arrested Development), el mayor atractivo que presentaba su oferta, para la mayoría de espectadores y desde luego para mí también, era Jessica Jones, con una primera temporada estrenada el pasado 20 de noviembre. Pero como esta es la segunda serie fruto de la alianza de Netflix con Marvel Comics y se presentaba como prolongación natural de la anterior Daredevil, he tenido que ponerme las pilas y meterme veintiséis episodios, trece de cada una, entre pecho y espalda, a razón de uno por día. Pero vayamos por partes...
Daredevil venía precedida por un gran éxito de audiencia, algo nada sorprendente tratándose de un producto Marvel, pero también del aplauso de la crítica especializada: incluso algunas voces que renegaban de muchos de los blockbusters cinematográficos de la compañía habían dado su brazo a torcer y no hacían más que verter elogios sobre esta creación de Drew Goddard (director, por cierto, de esa deliciosa cinta de terror metanarrativo titulada La cabaña en el bosque), destacando la seriedad de la propuesta y el acierto a la hora de potenciar los aspectos más realistas del personaje que crearon Stan Lee y Bill Everett allá por los años sesenta pero al que fue Frank Miller quien le dio un impulso fundamental en los ochenta. Vista la serie me gustaría añadir que, de nuevo y por más que les pese a los puristas del género, se demuestra que lo que funciona en las viñetas no tiene por qué funcionar en imagen real, y por tanto supone un gran acierto reducir la estética superheroica a los últimos minutos de la temporada. Veremos ahora cómo lidian con ello en la segunda, que podremos ver el año que viene y donde ya está confirmada la presencia de dos viejos conocidos de lectores y espectadores: el Castigador y, por supuesto, Elektra.
Con este precedente, al que solo se le puede achacar que podría haberse contado más o menos lo mismo en tres o cuatro episodios menos, Jessica Jones lo tenía difícil para convencer de igual modo: está dedicada a un personaje mucho más reciente (hizo su primera aparición en los cómics en 2001) y lógicamente mucho menos conocido; y la actriz contratada para encarnar a la protagonista, Krysten Ritter, no contaba a priori con la simpatía del espectador. Confieso que yo tampoco las tenía todas conmigo... Pero, contra todo pronóstico, esta apuesta personal de la guionista y productora Melissa Rosenberg (que hasta le fecha contaba con un currículo centrado en la saga Crespúsculo y donde la serie Dexter destacaba como única obra de cierta enjundia) se me antoja bastante superior a su precedente. Rosenberg llevaba años detrás de trasladar a la pequeña pantalla el cómic de Brian Michael Bendis y Michael Gaydos Alias, y más allá del cambio del título (recuerden que ya había una serie titulada así, obra de J. J. Abrams) y algunos detalles nimios, ha sabido captar junto con su equipo algunos de los aciertos del cómic original: diálogos vivos, situaciones creíbles, atmósfera noir sin caer en el cliché desgastado, referencias puntuales y de pasada al género superheroico... y un personaje central memorable, que Ritter hace suyo en un par de capítulos. Todo ello sin olvidar al villano de la función: después del descomunal (en todos los sentidos) Wilson Fisk encarnado por Vicent D'Onofrio en Daredevil, David Tennant se suma al panteón de los mejores (super)villanos de carne y hueso y construye un Kilgrave antológico. Eso sí: aquí no se le llama Hombre Púrpura, como a aquel no se le llamaba Kingpin, por aquello de la seriedad post Nolan... que, a un servidor y a pesar de ser lector del género de toda la vida, no le molesta en absoluto.
Dicho esto, les recomiendo se abonen a Netflix, que les ofrece un primer mes gratuito para probar su servicio; y no me parece mala manera probarlo viendo estas dos series de Marvel. Un último apunte: si las ven y las disfrutan, no estaría mal que le dieran una oportunidad a los tebeos originales. De Daredevil hay mucho y bueno por elegir, pero mi recomendación está clara: busquen Born Again de Frank Miller y David Mazzucchelli. En cuanto a Alias, vale la pena leerla entera, y aprovechando el tirón de la serie Panini la reeditará el año que viene. Por cierto, si la leen, cuando alcancen el momento decisivo que se reproduce al lado de estas líneas, piensen que los originales de ambas páginas consecutivas, dibujados a lápiz y tinta y firmados por Michael Gaydos, los tengo yo. ¿Cómo se quedan?
Daredevil y Jessica Jones están disponibles en la plataforma Netflix; Daredevil: Born Again y Alias están editados por Panini Comics.