New York, New York
Abandonad toda esperanza, salmo 265º
Cuando visité la Gran Manzana pude corroborar personalmente lo que Vanessa Montfort afirma, parafraseando una canción de Billy Joel, en Mitología de Nueva York: que esta ciudad es un estado mental, y que cada cual tiene su propia versión de la misma. Por tanto resulta lógico que la última novela de esta catalana de nacimiento pero madrileña de facto e hija de neoyorquino (por una vez el dato de la solapa del libro no está ahí solo para fardar), plagada de referentes cinematográficos, juegue a dinamitar los límites entre realidad y ficción deviniendo en ejercicio metanarrativo al estilo de Continuidad de los parques de Cortázar en clave de intriga policíaca. Probablemente no sea la obra maestra definitiva sobre Nueva York, ni tampoco el thriller perfecto, pero que un libro con tantas ambiciones se salde con un resultado tan satisfactorio me parece justificación suficiente para que reciba tantas buenas críticas como está recibiendo. Por si esto fuera poco, la novela en cuestión reivindica a los cómics de superhéroes como el universo mitológico de la contemporaneidad; con eso terminó de ganarme.
Si esta ciudad juega un papel muy importante en la novela de Montfort, en la monumental Nueva York se convierte en el protagonista absoluto de un relato que abarca desde mediados del siglo XVII, cuando todavía era una colonia holandesa llamada Nueva Ámsterdam, hasta el tristemente célebre 11-S. No soy precisamente un fanático de la novela histórica, pero tengo que reconocer que el señor Edward Rutherfurd me la ha colado entera, y teniendo en cuenta que hablamos de un mamotreto de casi mil páginas el mérito es sin duda considerable. Fiel a la loable máxima de "enseñar deleitando", y como si se tratase de una versión actualizada de los cuentos de Chaucer, el autor reúne un cúmulo de historias protagonizadas por varias generaciones de distintas familias de ficción -los Van Dyck, los Master, los Caruso de turno-, que con el paso de los años vivirán encuentros y desencuentros en el marco de una urbe en constante evolución. Una lección de historia y de valores morales que no se deja nada en el tintero, ajustando cuentas con los rasgos menos complacientes de la nación más poderosa del mundo (la esclavitud, el antisemitismo y otras muchas injusticias sociales), y que resulta tan valiosa como lo fue Gangs de Nueva York de Herbert Asbury... Sí, aquella en la que se basó Scorsese para realizar uno de sus trabajos más incomprendidos, y que ya no veremos igual después de leer a Rutherfurd.
Pero si hay un anfitrión de lujo que nos pueda guiar por los lugares más pintorescos de la ciudad de los rascacielos, ese es sin lugar a dudas Woody Allen: el realizador que ha hecho de Manhattan no solo el título de una de sus cintas más emblemáticas sino todo un plató en el que ha rodado algunas de las mejores películas de las últimas décadas se merecía un libro como El Nueva York de las películas de Woody Allen, una guía que recoge 75 localizaciones extraídas de su filmografía, con magníficas fotografías acompañadas de comentarios sobre los lugares y los filmes en cuestión. Curiosamente, uno de los ambientes rescatados de Annie Hall es el bar que sirvió de localización para algunas de las escenas favoritas de Vanessa Montfort en su película favorita, Días sin huella... y de la que precisamente les hablé hace algunas columnas. Lo cual demuestra que, una vez dentro, no es fácil escapar de Nueva York. Que se lo digan a Plissken el Serpiente.
Mitología de Nueva York, Nueva York y El Nueva York de las películas de Woody Allen están editados por Algaida, Rocaeditorial y Electa respectivamente.