Cultura

Ni botellín, ni botellón, ni Ciudad de la Luz

Me acerqué reservadamente a la Plaza Mayor el pasado uno de abril, no por miedo a la carga policial –puesto que confiaba en que no se daría pie a ello– sino por no parecer un gorrón en medio de aquella juventud de botella de dos litros de cola y botella de licor. Pero al llegar a la plaza comprobé que no había nadie. Seis policías aburridos por el plantón conversaban al lado del coche patrulla. La plaza, desierta, estaba delimitada en todos sus accesos por cinta policial. Dentro de esta circunscripción se encontraba también el solar donde, en un futuro, se ubicará el Hotel de Asociaciones y Centro Juvenil. Malencarado giré ciento ochenta grados mientras maldecía para mis adentros algo así como: “ya desearán que esta plaza esté llena de jóvenes” (sé que no es correcto decir esto, pero cuando uno maldice tiene que hacerlo de verdad). El camino de regreso no estaba exento de encuentros con jóvenes cargados de sospechosas bolsas quienes, imagino, tomaban el camino a locales particulares donde a fin de cuentas harían lo mismo que habían venido a hacer al aire libre al lado de otros jóvenes.
Quizás la fugaz rabia de estas palabras no estaba únicamente destinada a la no celebración del botellón, o a las excesivas medidas tomadas, sino a la suma de incidentes que vienen protagonizando las iniciativas juveniles. Estoy de acuerdo en salvaguardar el descanso y la seguridad ciudadana, por ello puedo entender el revulsivo a concentraciones poco saludables; pero me indigna la falta de respuesta e incluso el entorpecimiento a otras propuestas con carácter lúdico y cultural. Y vale que no quiero ser pesado con el tema de Alacant Desperta –quienes ya buscan otra ubicación fuera de “Alpericante” para la realización de su Festival– pero para mí no es más que un ejemplo. Un ejemplo que conseguirá que cambie el nombre de esta columna, Días de Terror y Miseria sería tal vez un título más adecuado.

Pero dejando todo esto a un lado, me gustaría matizar un comentario del Sr. Santamaría después de su reunión con la empresa Producciones Aguamarga, gestora de la Ciudad de la Luz. El edil comentaba a su vuelta de las posibilidades que las empresas de Villena tendrían de negocio en “sectores como el calzado artesanal, el diseño y confección de trajes de época, los bordados, servicios como carpintería, electricidad, fontanería, etc”. No deja de resultarme curioso que no mencione a empresas y/o asociaciones dedicadas a iluminación, sonido, imagen, producción multimedia, animación, teatro, danza… en fin, aquellas que uno relaciona de forma más directa con un espacio dedicado a la producción cinematográfica. ¿Acaso no se tiene reconocimiento a estos sectores o simplemente no se les tiene en cuenta?

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