No cabe duda
Lo dice el Marca, lo dice el As y hasta el Sport, no cabe duda de que Raúl ha vuelto. Él, convertido en héroe, hizo que el equipo nacional así como el resto de españoles recuperáramos la confianza tras el largo sufrimiento. Túnez, ya convencida de su victoria, no pudo más que contemplar asombrada cómo los balones entraban uno tras otro, estallando contra la malla hasta superar por dos tantos un resultado sostenido durante más de sesenta minutos. Raúl volvió, Torres también hizo lo suyo. El fútbol es así, puede ser, tal vez no.
La semana pasada Francisco Tomás reivindicaba la labor que ciertas personas realizan en pro de su especialidad (y de la humanidad en su mayoría): investigadores, docentes, profesionales, personas anónimas decía él, que ya no son los héroes de nuestra sociedad. Grandes personas que quedan en la sombra de estrellas mediáticas, estrellas fugaces, efímeras (en el mejor de los casos). Y si bien en este apartado cultural me limitaré a tratar los temas correspondientes, no por ello dejaré de secundar el requerimiento de tan preciado colaborador de este diario. Pero si volviéramos al tema cultural, a lo que se podría destacar de esta última semana, nos encontraríamos con dos nombres que no nos deben ser desconocidos: el del pintor Rafael Hernández y el del actor Rulo Pardo. Ambos han sido noticia esta semana en sus diferentes ámbitos. El primero, un artista que ha dejado de ser prometedor para situar su obra junto a la de algunos de los más grandes (Equipo Crónica, Saura, Arroyo
). Todo ello lo podemos ver en Valencia, en la Galería Palau. Por otro lado, el pasado viernes se estrenaba en el III Festival de Cine de Alicante el film del director Kepa Sojo, El síndrome de Svensson, donde además de actores como Pepe Sancho o Fele Martínez, nos encontramos con el nombre de Rulo Pardo.
Son apenas dos nombres entre tantos destacados que han compartido parte de sus vidas con estas calles y estas gentes de Villena. No son galácticos, no eclipsan, son trabajadores, luchadores y, no cabe duda, poseedores de un gran talento que poco a poco se reconoce en un plano más amplio. Juegan en un mundo que, pese a la fortuna de la que nadie escapa, poco o nada se regala. Un mundo que poco tiene que ver con alfombras rojas o galas de triunfitos, sino con horas de sueño, sudor y quebraderos de cabeza. Tal vez por eso, ilusiona pensar que va a llegar el día en que su arte pueda ser completamente un modo de vida para ellos. Que su obra crecerá y que, por la parte que nos toca, ahí estaremos para poner esa parte de pasión que hace que el proceso artístico se complete.