No es plato de gusto
Entre la abundante información con el anuncio de ETA de su disolución, El País publicó sendos mapas de España y Francia en donde se podía ver la distribución de presos de la banda terrorista en ambos países. Me hirió constatar que la de Villena es la cárcel que acoge una cifra más alta, solamente superada por la de Picassent.
Y recordé toda la rabia con la que, cuando se consumó la noticia de que la segunda prisión de la provincia de Alicante estaría ubicada en Villena, me expresé en varias tribunas de la prensa provincial. Un quejío al que, por cierto, una vez consultadas las hemerotecas, pocos se sumaron.
Por supuesto que las prisiones son necesarias y en algún lugar tienen que estar. De acuerdo con que la labor asistencial que se puede llevar a cabo en ellas es magnífica, y me vienen a la cabeza nombres como los del capellán Manolo Torregrosa o los voluntarios Juan Ramírez Cantó (ya fallecido) y Luisa Victoria Vidal, así como el de muchos amigos funcionarios que dan lo mejor de sí en su día a día con los reclusos.
Incluso podríamos decir, para quitar hierro al asunto, que aunque situada en el término municipal de nuestra ciudad, de donde está cerca la cárcel es de Caudete, cuyos vecinos sí la tienen enfrente, a un tiro de piedra.
Pero no es esa la cuestión. Llueve sobre mojado. Y lo que a mí me partió el alma fue comprobar cómo mi Villena era maltratada una vez más por los políticos. Cómo llevaban a su término lo que nadie quería. Mientras nos negaban el pan y la sal en otras muchas reivindicaciones tan justas como necesarias.
Saber que Villena es el lugar de España y de Francia donde más etarras cumplen condena no es plato de gusto. Qué quieren que les diga.